Aceptar

Dicen que, a causa del exceso de consumo de información, de la estimulación constante y los gratificación instantánea, cada vez, nos resulta más complicado experimentar nuevas emociones. Es algo que me he planteado muchas veces, quizá demasiadas. Tal vez esa sea una de las razones por las que escribo y leo: viajar a través de la imaginación siempre es algo nuevo.

A medida que pasan los años, observamos cómo lo que antes concebíamos de un modo, se transforma a algo diferente: nuestro cuerpo, la forma de ver la vida, el modo en que actuamos, la música que escuchamos, las películas que vemos, las decisiones, el amor en todos sus espectros. Sólo cuando recuperamos esas fotografías del pasado, nos damos cuenta de lo mucho o poco que hemos cambiado.

En ocasiones, puede que sintamos que la vida pasa por una ventana, como si estuviéramos inmóviles en un tren; que no sabemos en qué punto nos encontramos o que, simplemente, nos preguntemos si quedó atrás nuestra estación. Salir de una relación y volver a la soledad. Sentirse atascado en un matrimonio. Darse cuenta de que nos hemos perdido demasiado. Creer que no nos estamos perdiendo nada. Lagunas, preguntas y felicidad ajena como el agua de un oasis. Vemos en los otros lo que echamos de menos, algo que, en realidad, ya tenemos. Ni es oro todo lo que reluce, ni toda esa gente tiene las vidas perfectas que creemos ver. Los medios, entre otros factores, nos incitan a pensar en esto.

En mi caso, me gusta lo que veo, pero todavía más lo que no puedo ver. A veces me aterra caer por un agujero negro, otras veces no. Sé quién soy y llevo toda una vida luchando por aceptarlo, aunque empiezo a entenderme con mi ego. Nadie dijo que fuera a ser perfecto, y esa imperfección es la que nos hace únicos. Me gusta lo que puedo imaginar, a donde puedo llegar y lo que está por venir. Como ejercicio, entre otros, disfruto al escuchar esos discos antiguos de hace diez, veinte o treinta años. La música posee una fuerza neuronal inconcebible, capaz de llevarnos a quienes realmente somos. Mirar atrás, como parte de nuestra propia historia, para corroborar que somos quienes somos y debemos llevarlo con orgullo porque, gracias a ello, hemos llegado hasta aquí, batallando, levantándonos contra la adversidad. Por tanto, si ya lo hicimos, somos capaces de hacerlo.

A veces, creemos que hemos perdido el rumbo. A veces, se nos olvida que esto tan real que hoy consumimos, es aquello que ayer llamábamos virtual.