Adaptarse

Trato de documentar lo que siento en estos momentos. Puede que dentro de cincuenta años, eche la vista atrás, o tal vez menos, y entonces recuerde. Después de tanto tiempo escribiendo, archivando, llenando una bitácora de pensamientos y reflexiones, me doy cuenta de que todo es posible, de que la vida es un constante proceso de cambio, y no es que no me hubiese dado cuenta de esto ya antes, pero hoy no puedo estar más agradecido por verlo con tal claridad. Son las seis y once minutos de la tarde y llevo más de diez horas frente a la pantalla. Para muchos, tal vez sea un suplicio. Para mí, han pasado sin darme cuenta. Diez horas tecleando una historia que fluye por sí misma. No recuerdo la última vez en la que tuve tanto tiempo para escribir, aunque sí cuándo decidí que, una vez llegara este día, actuaría con determinación. Y aquí estoy. Todavía estoy digiriendo lo sucedido. Montones de imágenes se mezclan en la memoria. Tardaré días en asimilarlo todo, pero no puedo quedarme sentado a la espera de que las historias se escriban por sí solas. Siento que todo lo anterior no ha sido más que un duro entrenamiento que me ha preparado para este momento.

Por tanto, adaptarse no es más que parte del proceso, de salir de la zona en la que nos encontramos cómodos para plantarle cara a los obstáculos. Si algo he aprendido estas últimas dos semanas, ha sido a tumbar las barreras emocionales que nos separan de nuestros deseos. La solución: enfrentándome a ellos sin miedo al fracaso. He conducido tres mil kilómetros por cinco países en los que jamás había estado, cuando antes ni siquiera había hecho más de tres cientos kilómetros al volante. Me he desplazado por casas ajenas, por calles desconocidas y lugares que desconocía que pudieran existir. En estas dos semanas he aprendido dos cosas: que quejarse no sirve de nada y que haciendo es la única forma de acercarnos a lo que deseamos y alejarnos de lo que no nos gusta.

Observo el panorama y veo los barcos en el mar desde el balcón. Me gusta lo que veo, aunque todavía más lo que no puedo ver. Esto es parte del progreso, aunque todavía hay mucho trabajo por hacer. No importa cuáles sean las barreras, pues no existe otra limitación que la de nuestra mente. Es hora de dejarse de chácharas y volver al trabajo. Hacer. Por ti, por ellos, por esta vida. No hay otro verbo. No hay otra forma. No busques más. Todo reside en tu interior.