Bloqueo

Uno de los temas al que recurre la mayoría de escritores en algún momento es al bloqueo del escritor. Sí, la página en blanco, la ausencia de ideas. Y sobre esto, podemos encontrar páginas y páginas, libros e información para combatirlo. Para mí, el bloqueo no es más que una excusa de la propia persona, ya sea escritor o aprendiz de mago. La ansiedad de la página en blanco, dicen. En mis años de escritura, sólo he tenido un bloqueo. Fue largo. De 2013 a 2015 y estuvo relacionado con el ego. No puedo, no me sale nada, decía. Ego, ego y ego. No había más. Tan pronto como me deshice de él por un tiempo y me lancé a escribir para mí, a ser honesto conmigo, a planificar bien -el ego evitaba esto- y a aceptar que era un aprendiz, sin importarme lo que pensara el resto, la maquinaria comenzó a funcionar. Sin embargo, hay quien jamás escribirá porque no tendrá nada que decir, o tal vez sí, pero su ego no se lo permitirá. El ego nunca se va, siempre estará ahí, por mucho que medites, por mucho que te haga creer que lo has hecho.

Con el tiempo, me he dado cuenta de que los bloqueos no sólo se producen a la hora de escribir sino también, a la hora de realizar tareas. Cuando nos encontramos ante un problema de gran escala (en relación a lo que, para nosotros, significa gran escala), lo más normal es que nos abrume y caigamos en un pozo oscuro. Nuestro ego tiene tendencia a evitar todo lo que tema o produzca dolor o esfuerzo, ya sea físico o emocional. Sin embargo, una vez se empieza, no es tan complicado completar las tareas.

Debido a diferentes causas, como escritor, tengo que combatir la ansiedad, no de la página en blanco sólo sino de las tareas cotidianas. Esto sucede a menudo, unos días se lleva mejor y otros… Hay quien buscará una excusa para no hacer frente a ello y seguir viendo Game of Thrones. Yo prefiero escribir de una forma incómoda, buscando otra voz que no sea la mía, otra historia, otra trama. Escribir sobre lo que desconozco me hace sentir desnudo pero al mismo tiempo me devuelve al barro, a la inseguridad y al dolor y, después de todo, me sienta bien.

Ejercicio físico: si tienes ansiedad, haz ejercicio físico. Puedes correr o ponerte a hacer abdominales. El dolor ayuda y te trae al momento presente.

Metas pequeñas: no sabes por dónde empezar, pero has de empezar por algún sitio. Algunos días veo las páginas que tengo que escribir, el trabajo acumulado del día anterior, los correos sin responder. No valen excusas. Empieza, ponte en marcha. Cuando lleves un rato, te habrás olvidado.

Mata al ego: somos nuestro peor enemigo, de eso no hay duda. Yo lo llevo siendo desde hace muchos años, cada día, cada mañana, cada libro. Es una lucha constante aunque necesaria. El ego forma parte de ti y si no aprendes a cerrarle la boca, has perdido. Así que lleva adelante esa tarea, ese proyecto que te ilusiona pero del cual te aterra lo que puedan pensar otros si se va todo al carajo. Si fallas, ¿qué sucede? Nada. Aprendes y mejoras. La gente se olvida de los errores con el tiempo. También de los triunfos. Hay escritores a los que les gusta hablar de lo que han escrito, de cuánto han vendido o cuántas horas han dedicado. A nadie le importa. Tampoco que yo esté a treinta y cinco grados escribiendo esto. A nadie. Y dentro de un rato, tampoco me importará a mí. Así que termina lo que empieces y deja de buscar excusas. Nadie quiere oírlas. No tengas miedo. Hazlo. El Carpe Diem del que todos hablan debe estar más relacionado con tu Memento Mori (recuerda que morirás). Vete a dormir con el espíritu satisfecho.

Acepta las nubes negras: cuando la gente me pregunta por el bloqueo del escritor, yo suelo hacer referencia a mis nubes negras. A veces, no me levanto con la energía que me gustaría o, a causa del temporal, me siento más cansado o aturdido de lo normal y las palabras no salen. El cuerpo tiene ciclos y hay que saber escucharlo. Las nubes negras están ahí -como en estos momentos, por eso escribo- y hay que hacer lo posible por disuadirlas -como esos aviones que limpian el cielo-, pero no siempre se puede luchar contra la tormenta. Acéptalo, no te castigues demasiado y haz lo que puedas.