Carta a mi yo del futuro

Carta a mi yo del futuro: ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Me hago la pregunta constantemente.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Estoy seguro que tú también te has preguntado esto alguna vez.

Hace diez años, me encontraba dando guitarrazos, grabando canciones, formando una banda de punk-rock, saliendo en furgoneta, grabando discos, dejándolo todo. Loco por un sueño adolescente que se fue mermando con los quehaceres de la madurez, los códigos morales del entorno y la falta de interés. Por un tiempo, quise ser una estrella del rock como Ramones o The Jam, vivir de mis canciones y llevar chupas de cuero, porque si ellos lo habían logrado, yo también podía.

Hace cinco años, escribí mi primera novela y me di cuenta de que la música había sido una escuela introductoria a la literatura. Siempre había leído, pero esta vez fue diferente. Acompañado de un disco quemado de Coltrane, comencé a escribir como un loco, me enamoré de la prosa de otros, dejé de dormir para leer más y más, y después escribir, copiar, hasta que me di cuenta de que lo mío siempre había sido ser escritor.

Hace tres años, me encontraba viviendo en otro país, tras haber dejado un trabajo que no me convencía, una vida previa y un montón de dudas sin aclarar. Lo hice por una convicción, que era la de escribir y que, hasta hoy, ha seguido siendo la misma.

Sin embargo, en estos cuatro años, he visto cómo también ha cambiado la relación entre internet y los creadores.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

La posibilidad de autopublicarse no es nueva, de hecho, siempre existió, considerada como una vergüenza por parte del autor. No había nada más triste, pues significaba que nadie quería arriesgar su dinero por ti.

En la música, por el contrario, siempre nos pareció distinto.

La mayoría de las bandas de punk editaban sus discos. Teníamos un público reducido y las compañías poco iban a apostar por una panda de pringaos que vestían camisetas de rayas y hablaban de chicas y surf. No era discutible. Los que tenían suerte, aprovechaban las campañas de H&M y los revival ochenteros para subirse a la ola y meter un gol con alguna de sus canciones, pero la mayoría, no salíamos de discográficas pequeñas. Por tanto, para vivir de ello, tenías que trabajar tus relaciones con el público, con quien te apoyaba, con las tiendas de música y con quien realmente iba a tus conciertos.

Con la llegada de los libros digitales y los autores que publican en la red (en los que me incluyo), ganar dinero sin pasar por la industria, era posible. Cuatro años más tarde, cualquier fulano puede hacerlo, de hecho, muchos lo han hecho. Tú también puedes.

Yo todavía no, pero estoy en ello.

No obstante, en ocasiones me encuentro en un corral de gallos cacareando su libro, disparando sin discreción y lo peor de todo: haciendo lo mismo de siempre.

Considero mágico que haya gente que reciba ganancias por sus trabajos sin intermediarios, independientemente de que me gusten o no. Cada autor tiene su motivo, público y derecho: el mío es el orgullo y la escasa tolerancia a que me digan lo que tengo que hacer. Por eso formamos una banda de punk.

Por eso sigo creyendo en esto.

A veces, si me dejo llevar demasiado, dejo de creer en lo mío para mirar con ojos mercadotécnicos, que ni siquiera tengo. En lugar de personas, veo estrellas, reseñas, suscriptores y precios. Ah, y envidia.

Es una realidad triste, pero existente. Twitter nos hace creer ser la jodida voz cantante; la estrella del barrio, el listo de turno.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Todavía recuerdo cuando nos miraban con recelo cuando íbamos por la calle, con las chapas y las zapatillas de lona. Hacíamos canciones, ensayábamos y salíamos a tocar, sin importarnos qué opinaran de nosotros, dando lo mejor que teníamos, esperando que viniera alguien y nos comprase un cedé. Toca era eso, sentir la adrenalina del escenario durante cuarenta minutos. Después te bajabas y no volvías a ser don Nadie.

Con el tiempo, vinieron las entrevistas, las portadas en los diarios, los vídeos en televisión…

Sin comerlo ni beberlo, caí en la trampa de creerme el establishment sin tener a nadie alrededor, y acabar pareciéndome al viejo que toca el acordeón a cambio de unas monedas y al que todos ignoran con lástima.

Una actitud punk es coger el maldito acordeón, buscar a otros dos músicos y montar una banda, y llamar a tus amigos, y entonces, quizá, alguien empiece a hacerte caso cuando crea que se está perdiendo algo.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Ser escritor, para algunos es un oficio como otro cualquiera, y para otros, un maleficio, una pose, una etiqueta… Para mí, dramas fuera, una forma de expresión única y placentera que requiere disciplina, práctica, aprendizaje y constancia. Es mi jodida vida. Dentro de esta crisis falta de valores y pureza, una crisis industrial de impotencia, de artículos de superación personal y métodos para hacernos millonarios mientras espantamos moscas con el rabo, es importante recordar que estamos en esto porque queremos, porque nadie nos ha invitado, que nadie nos debe nada y que el fracaso, siempre depende de cómo lo veamos, porque así será cómo lo entenderá nuestro entorno.

Es más fácil vender cafeteras, dijo mi abuelo.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Cada vez que escribo, me recreo como hacía diez años atrás: primero lo que hago, después ensayo y ensayo (edito) y finalmente me armo de valor y paciencia, tocando para quien venga a verme. Cada vez que escribo un libro, me pregunto cuántas salas voy a llenar. Cada vez que escribo un libro, tiemblo y me emborracho, me emborracho de gracia divina, de placer, de odio, de sentimientos que nadie puede entender más que yo, y después se van, dejándolos marchar, abandonándome a ellos, a la nada, sintiéndome vacío una vez más, saliendo a la calle para ser ese don Nadie que tanto odio.

Hace años me tatué una frase de Kerouac que decía: “Estoy escribiendo este libro porque todos vamos a morir.”

Entonces tenía sentido.

Hoy todavía lo tiene.

El secreto de mi éxito es no hacerlo por dinero. Tan fácil de entender, tan difícil de aceptar.

No importa lo que hagas, si haces lo que realmente quieres; si lo haces con pasión y desde el corazón, pero una cosa ten clara: has de ser constante, contigo, con ello. Internet nos da la posibilidad de llegar a quien nos necesita. No te dejes engañar por falsas fórmulas de Tupperware moderno. Sigue tu camino, sé lo más punk que puedas, pero sobre todo, disfruta, pensando en los que vendrán, en los que se quedarán, y en lo que sentirás.

Fracaso y éxito, no son más que dos palabras, con su forma, longitud y significado, como muchas otras.

Sigo sin saber cómo he llegado hasta aquí, aunque tengo claro el porqué.

Ahora, si te ha gustado, ven a mi fiesta, hay cerveza para todos. Acompáñame en este viaje, descárgate mi primera novela aquí.