Categorías

Es muy fácil hablar sobre lo que otras personas hacen sin conocer su disciplina. Lo más complicado es ponerse en el lugar de esa persona y entender la complejidad de su tarea.

Es muy difícil aceptar la opinión de alguien que juzga sin conocer lo que hacemos. ¿Verdad?

Ya sea física o mental, existen categorías preconcebidas que la mayoría de gente asocia a ciertas tareas: hagas pan, limpies jardines o escribas un libro.

Es complicado evitar el error de categorizar cosas, personas, actitudes. Es una lucha constante, aunque merece la pena subirse al cuadrilátero y pelear.

En mi caso, escribo libros de ficción. Es lo único -que considero- que sé hacer, escribir historias, mejores o peores, de principio a fin, entendiendo sus mecanismos.

Sé lo que cuesta, sé lo que conlleva física y mentalmente, las inseguridades que genera, los vuelcos emocionales, lo solitario que es, lo incomprensible que resulta para otros, la estabilidad mental que hay que tener para seguir trabajando en ello, lo duro que es terminar, el vacío que genera cuando se entrega la obra y los disgustos y alegrías que transmiten las opiniones de quienes leen las historias.

Por eso, quizá, no juzgo a quien escribe por lo que escribe ni por lo que hace, porque sé lo que hay detrás, sea su primer libro o el décimo.

Juzgo si la historia es buena o no, con la boca pequeña, porque los palos no son bien recibidos para todos. Si no lo es, hay que seguir practicando y mejorando. Si no lo hace, invertir el tiempo en otra cosa.

Es lo único que no vamos a recuperar.

Es una carrera a largo plazo.

Como lo pienso que es todo en esta vida. Una carrera de mejora constante.

No obstante, eso es todo lo que sé.

No critico porque un famoso de Youtube escriba un libro, sea cual sea su contenido, ni que se venda más que el de un escritor de renombre.

Los presentadores de los programas más infames de televisión llevan haciendo esto décadas, y digo infames porque entretienen a costa de los chismes de otros.

¿Lo convierte en una buena historia? No lo sé. ¿Vende miles de libros? Posiblemente. Que a mí no me interese no significa que haya mucha gente a la que sí. ¿Debería estar prohibido? Si no incita al odio o al mal en general, debe estar permitido como lo están estas palabras.

Los diarios son los primeros que incitan al odio en lugar de a la reflexión y son un referente de información para las población, capaz de creerse todo lo que dicen sin plantearse nada.

La red está llena de artículos de vivir la vida, de ser feliz, de luchar por tus sueños. Pues eso, vívela, pero la tuya, no vivas la de los demás, ni alimentes tu odio con ellas.

Ponte en marcha, no esperes a enero, ni al lunes, ni a mañana. Busca espacio, cambia lo que no te guste y sigue con lo que sí.

Prueba un buen vino, una buena comida. Escucha un disco que te haga sentir bien. Compra un mes de Spotify sin anuncios. Llama a esa persona para tomar un café.

Date un capricho y acepta que no tener miles de seguidores ni pasar tus vacaciones en Ibiza también está bien, incluso es más sexy.

No caigas en el error de convertirte en otra categoría.