Cinco cosas que la escritura me ha enseñado

Escribo desde hace tiempo, quizá desde 2011 de una forma regular. Soy un hijo de la transición del papel a lo digital, he presenciado la muerte del rock cuando aún se vendía en discos compactos y he acudido a bibliotecas antes de venderme a la joya de Amazon.

Antes de esto, también leía, vivía, pero no me consideraba un escritor como tal. Y es que, después de muchos años de batalla, de darme de bruces, de sacar lo mejor -y lo peor- de mí mismo, la escritura, su mundo, el mío interior, me ha enseñado tantas cosas que podrías estar horas hablando de ello.

  1. Escribir debe sentirse como un placer, pero tomarlo como un trabajo.

Y como tal, debes hacerlo a diario. La única forma de mejorar tu estilo es puliéndolo a diario. Todos tenemos una historia que va a cambiar el mundo, hasta que nos damos cuenta de que ya ha sido contada.

La escritura es la mejor de las terapias, el mejor modo de expresión y una forma muy interesante de conocernos en profundidad. No obstante, si quieres que conecten contigo, debes marcar la diferencia.

Encuentra tu voz, elabora tu marca personal. Provoca algo en el lector, por Dios.

Tómate en serio, porque nadie lo va a hacer.

2. Celebra las victorias, pero no demasiado.

Cada vez que termino un libro, que pongo punto y final a una historia, me abro una lata de cerveza y pongo un disco de Coltrane. O quizá me voy a un bar, pero nada más. Sientes la euforia, pero será mejor que la guardes para el futuro. Es importante celebrar que has terminado algo, pero aún queda mucho trabajo por delante. Aprende a contener las emociones, a mantenerte en ese estado constante de mejora y, cuando todo vaya bien, no te convertirás en alguien detestable.

3. Termina lo que empiezas.

La gente no termina lo que empieza, al menos, no la mayoría. Empezar una novela es muy sencillo. La idea brota, empiezas con fuerza, te desinflas… Más vale que termines lo que empieces, por muy malo que sea, pero termínalo, demonios. Cuando alguien me pregunta qué hago y respondo que escribo, siempre sale el comentario de algún fulano diciendo que está escribiendo algo… Háblame de tus macarrones cuando estén listos.

4. Vive la vida.

Está muy bien encerrarte y hablar de los mundos de fantasía que hay en tu cabeza, pero necesitas contacto con el mundo real. Ve a fiestas, con y sin compañía, diviértete, bebe, emborráchate, métete en problemas, viaja, enamórate, aprende, fracasa, ponte a prueba, toma riesgos.

El mundo es un lugar muy interesante.

Después plásmalo.

5. No hagas caso a los medios ni a lo que veas por ahí.

Internet se ha convertido en un escaparate de mentiras, de falsas ilusiones y estilos de vida que, simplemente, no existen.

Olvídate de quien llena las portadas. Si lo que quieres es fama, estudia cómo llegaron hasta allí y haz lo mismo. Si lo que buscas es dinero, aprende a vender tus libros y contacta con alguien para que te haga el trabajo.

No es fácil, no es sencillo -recuerda, todo el mundo está escribiendo un libro-, pero tampoco es imposible.

Deja de mirar los perfiles de quienes hablar de súper ventas y preocúpate por saciar la sed de quien te lee que es quien te da de comer.

Y, para acabar, aunque esto no me lo enseñó la escritura, sé feliz -o inténtalo-. Ya ha habido y hay suficiente gente infeliz por el mundo.

Todos sabemos cómo terminó Hemingway.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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