Desgaste

Me despierto, preparo café y reproduzco una de esas listas de jazz que hay por Youtube y que tanto me ayudan a comenzar las mañanas. Rituales que, sin ellos, todo sería distinto.

Los titulares abordan el Bitcoin, los nuevos emprendedores, la búsqueda del dinero fácil.

Mientras escribo estas palabras, estiro mis articulaciones y quito el óxido de unas manos que conectan directamente con el hemisferio derecho de mi cabeza, esa parte de la que salen todas las historias.

Los días como hoy requieren más que un desayuno energético. Por fin, mi último trabajo ve su final y, aunque olvide pronto esta sensación, mientras me encuentro aquí, siento lo mucho que me ha desgarrado el proceso. Tanto física como emocionalmente, después de publicar una nueva novela, lo que necesito es un disolverme en el Mediterráneo. Hoy será una jornada intensa, de esas en las que no se está para nadie y todo molesta, pero llegar hasta la meta habrá merecido la pena.

Hace unos días hablaba con un amigo de lo importante que es sentirse realizado, hagamos lo que hagamos.

Como (aquí tu profesión) siempre hay quien juzga lo que hacemos. En mi caso, hay quien pensará que escribir es una tarea fácil y que no requiere esfuerzo alguno -cualquiera es capaz de escribir, ¿verdad?-. Y, aunque lo fuera, en mi caso, sólo ocupa la mitad de una jornada que es más larga de lo que muchos acostumbran a tener.

Pero, tengo una cosa clara: quejarse está de más y es a mí a quien debo demostrar que puedo hacerlo.

No hay más.

Sin embargo, yo también estuve en otras partes antes de iniciarme en esta maravillosa aventura.

Trabajar para otros tiene sus ventajas e inconvenientes, pero el grado de implicación en la tarea es lo que motiva a las personas a hacer horas extras, a disfrutar de sus días y a hacer de este mundo un lugar mejor.

El ecosistema del equipo es lo que diferencia a quienes trabajan para pagar facturas o acuden a sus puestos cada mañana con una sonrisa.

En cualquier caso, no juzgo a ninguno de los dos, porque yo también he pasado por ello. De hecho, he pasado por las tres fases: trabajar por una motivación (equívoca), para pagar facturas y por vocación.

En el primer caso, calentar una silla para hacer algo que no me interesaba pero era fácil de realizar, terminó chamuscándome.

En el segundo caso, trabajar y vivir era importante, pero aprendí a crear mi proyecto de vida -lo que realmente importaba- antes de sumergirme en una vida materialista de deudas.

De día trabajaba para pagar mis gastos y de noche para pagar mi sueño. Una apuesta a largo plazo en la que resulta muy fácil abandonar.

En el tercer caso, trabajar por vocación es caminar sobre un precipio todo el tiempo. La adrenalina de que puedes caer es indescriptible. Si no vas a sacrificar tu tiempo, tus fines de semana, tus relaciones y esas cervecitas del sábado por un desarrollo a largo plazo, olvídate. No merece la pena.

Por eso, es importante tomar consciencia de lo que hacemos, sea lo que sea, y que esto sea bueno para los demás, en su forma.

Jamás olvidaré una imagen que se repetía a menudo en un supermercado cuando vivía en el extranjero. El establecimiento ocupaba los bajos del centro financiero de la capital. Por esa época, trabajaba cerca y, cada vez que iba a comprar algo de pan a última hora, antes de volver a casa, me topaba con empleados de corporaciones que, a la hora de pagar, no decían ni buenos días, como si la persona que había en la caja fuese un despojo humano o algo de menos valor.

Algo que jamás entenderé, pero que me hizo reflexionar sobre la cantidad de mierda que algunos acumulan a sus espaldas. Con los años, la mochila nos hunde a todos.

Por tanto, bajo mi humilde opinión, es preferible evitar las comparaciones de cuánto gana la vecina y lo que significa nuestro puesto de trabajo para otros -si es que significa algo-. De lo contrario, siempre nos faltará algo y terminaremos convirtiéndonos en seres amargos y carentes de vida.

Que te interesen las personas por lo que hacen y por cómo son, más que por el título descolorido que cuelga de las paredes de sus habitaciones.