Despertar antes de hora

Photo by Alex Vasey on Unsplash

 

Hacía tiempo que no me sentía así. Llevaba meses dándole vueltas al asunto, aunque no terminaba de encontrar una respuesta. Recuerdo una mañana con mi amigo Santi, el castizo, haciendo nuestra parada en La Taberna Real -que ya se convertía en una sana tradición-, para tomar fuerzas y visitar algunas tabernas más de Huertas, como La Dolores o El Diario, hablar de vivencias, de su Atleti, de estos tiempos modernos para la escritura o de lo que fue, en su día, tal edificio.

Estos días leo a Umbral y su libro ‘La noche que llegué al Café Gijón’, y es inevitable pensar en esos lugares míticos de escritores de entonces. Sitios por los que todos ellos pasaban a menudo y que yo ya he visitado alguna que otra vez. Casas de comidas que en las páginas se lee mejor que en la realidad.

Aún recuerdo la cara de mi compadre cuando se me ocurrió la idea de comer un día en ‘El Comunista’. Seguía teniendo el mismo aspecto que en la novela de Umbral, sin que nadie hubiera puesto una peseta en su reforma.

Como con todo, la mayoría de veces, la mística de los lugares o de las personas cae cuando se tiene delante.

Días felices, sin presión, aunque faltos de algo, de un desafío que me obligara a levantarme antes del alba, como en aquellos días de playa en los veía el amanecer brillante cada mañana. En mi cabeza, lo que hoy es algo mundano, hace diez años era un imposible.

Quiero recuperar esos imposibles, marcarme metas en el cielo y seguir escalando aunque no haya montaña. Terco como un toro y depredador cual lobo, esta es mi naturaleza, aunque haya tardado treinta años en darme cuenta.

Y es que, la vida sin desafíos, es menos vida. Además del premio, lo que importa es la satisfacción personal, avanzar sin descuidad que todo lo que sube, baja, y cuando no sube, no es que baje, sino que se hunde, y con ello nuestra moral.

Tengo cuatro meses por delante de arduo trabajo, de sueños y promesas que me he hecho a mí mismo. Por eso hoy he vuelto a despertar antes que el despertador. Y eso, sin duda, es una buena señal.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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