Echar de más

Echar de más

Photo by Jens Johnsson on Unsplash

Su sonrisa brillaba por momentos, y no como la mía, que se había apagado lentamente, días antes, como un atardecer. No era cosa de ella, ni tampoco mía. Tal vez del tiempo, de las épocas, de ese yo interior que está en otra parte, con ganas de comerse el mundo.

Años atrás, puede que me tomara los encuentros con más devoción pero, después de los treinta y unas cuantas cicatrices en las entrañas, vivo más dentro que fuera y eso lo vuelve más complicado para el resto.

Me resulta fascinante ver cómo la perspectiva de los días cambian, sin que nos demos cuenta. De repente, la tonalidad de los colores se vuelve más suave, o más intensa. Hemos crecido y envejecido, pero seguimos siendo actuando como esos niños a los que le queda mucho por aprender.

Me dejo caer por el Madrid de los Austrias, perdiéndome en conversaciones, rincones y momentos reales que prefiero guardar para mí. Diviso la ciudad desde las terrazas, doy gracias y pienso en lo afortunado que soy, que llevo días dejándome arrastrar por el flujo de la gracia, del buen tiempo, de las casualidades y de la incertidumbre. Las luces nos deslumbran, las copas se vacían y, a partir de cierta hora, todos nos volvemos seres de infinita verborrea.

Exprimo los segundos como a un limón, acumulo nombres que no logro recordar una hora más tarde y sonrío, sobre todo eso, aunque ya no sepa cómo hacerlo, ni tampoco tenga ganas porque, pese a todo, tengo la sensación de que la bofetada será bien fuerte cuando todo esto acabe.

Como humano que soy, tiendo a dramatizarlo todo más de lo que realmente es, pero sólo cuando la vida nos pide una tregua. Y es ahí donde echas de menos cosas, momentos, personas y situaciones que, en realidad, no eran tan buenas como las recuerdas, pero necesitas aferrarte a algo. Por suerte, esta vez, no caigo en el error.

Quien diga que la vida es aburrida, simplemente, no ha empezado a vivir.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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