Escribir como observación de la vida

Muchas veces me planteo escribir sobre esto, la vida, lo que veo, pero no puedo, es complicado, no logro alcanzar una buena aproximación. 

Sería muy fácil atacar, desde la esquina, a lo lejos, sin temer al impacto de las balas. Representar lo que veo sin más y después esconderme. Eso, resulta demasiado fácil. Podría hablar de que ha llegado el verano, de que tomo un café solo en una cafetería colindante a un banco. Podría hablar de que veo a tres cabezas rapadas, que podrían ser cinco o diez, desafiantes tras el cristal, limitados por su propia ignorancia. Que el imbécil de atrás decide ver una película sin auriculares a sabiendas que leo en mi Kindle y un pobre hombre también, su periódico. Es demasiado fácil hablar por hablar sin adentrarse en lo profundo, ver en la televisión al líder de una nación que no ejerce como líder porque la Primer Ministro es una mera marioneta. Volver a casa, las tiendas de alcohol abiertas 24 horas, sin cierres ni en festivo, y a esos padres de familia, cuarentones, cincuentones, rojos como tomates, bebiendo cerveza a las seis de la tarde tras una valla publicitaria, borrachos desde hace una vida, creyendo que nadie los verá, dejando un tufo a alcohol destilado por donde caminan. Y hay más, pero mejor no mencionar nada, porque tengo a una diva veinteañera que este año irá al Open Air y monta en un monopatín diminuto. Qué jodido es ser moderno entre tanto anacronismo. Qué jodido es ser yo, me digo. El mes de junio se vuelve loco y nos está volviendo a todos igual con este tiempo de sol, lluvia, frío y sudores. El vecino abre la puerta y se debe de haber cascado una botella de vodka antes de salir, porque el muy cabronazo se tambalea, pero todo está bien, todavía hay fuerzas. Pero sería muy injusto hablar de ello sin una aproximación adecuada, sin entender la causa, la razón, sin caer en la pena, en la lástima hacia el prójimo, porque eso es lo fácil, y a mí no me interesa. No me puedo creer tal abandono. Todavía tengo esperanza en el ser humano. Creo. Todavía tengo esperanza en mí mismo.
Sale el sol, pero sigo viendo caras mustias.
Puesto a hablar, hagámoslo sobre estereotipos. Hoy no voy a intentarlo. Sigo siendo el mismo que lo deja todo para mañana.