Fama

Suena una pieza de Francisco Tárrega por los altavoces y me doy cuenta de que esa guitarra suena como yo jamás lograré hacerla sonar.

Viernes, ha cesado el viento y el Lorenzo vuelve a brillar con todo su esplendor. Preparo café, da gusto respirar el aire mediterráneo.

Tomo algunas notas en mi cuaderno y me sumo revisar las noticias del día. Ojeo los diarios, pero no invierto demasiado tiempo en ello.

Hace una década, en la facultad de Periodismo hablábamos sobre el futuro de los contenidos. Mi profesor no iba mal encaminado, aunque el resultado ha sido desastroso.

La falta de dinero ha provocado que los periódicos queden a la altura de los títeres televisivos.

Leo los titulares y cierro las páginas. Nada que rascar. Abro Pocket y tengo los artículos que sí me interesan. Solo a mí, respiro hondo, disfruto del café.

Después sigo con mi lectura, con Nesbo y su Harry Hole por Oslo, que es un Caballero a la escandinava. O viceversa.

Eso a lo que llaman información, no nos mantiene informados.

El ejercicio de digerir unos hechos, ha pasado a la historia. Ahora consumimos y borramos la información a las veinticuatro horas.

De algo hay que hablar, decía mi abuela.

Algunas noticias se alargan como las jornadas de trabajo antes de vacaciones de verano y siento que vivo en un constante 2007.

Pero no importa. Salgo a la calle, siento la luz en la cara y el tiempo se para. Hace unos años, moría por vivir en una gran ciudad, y así hice. Hoy doy gracias por que la calle esté desierta, por estar lo más cerca posible de este mar infinito.

La música sigue sonando y me fijo en el reflejo que el sol hace en el mar. Es tan bello que me daría un chapuzón, si no fuera porque hay diez grados.

Fama, personajes, estrellas de internet. Es importante tomar distancia de todo eso. ¿De verdad quieres eso? ¿Que tu vida penda de la opinión y el interés de otros? Mejor dejarlo para quien se mueva como un pez allí, para quien sepa entretener.

Todos poseemos un talento, tú también, así que mejor no engañarse. Haz algo de provecho que llene y sirva a los demás.

Quizá no tengas fama, pero te ganarás el respeto de muchos.

No intentes engañar a nadie. Las personas, por lo general, somos de corazón cálido y, a la larga, sabemos distinguir entre lo puro y lo nocivo.

La única fama que importa es la de llegar a casa y que haya alguien esperándote, que los tuyos se acuerden de ti, tus amistades, tu círculo cercano.

Que, al final, todo lo que nos quedará serán momentos, únicos y compartidos. Mejor aprovecharlos para así recordarlos como quien graba su nombre con una navaja sobre un trozo de madera, porque la mayoría serán olvidados con el tiempo.