Fracaso

 

No hay nada peor que estar enfermo para empezar a reflexionar sobre la vida.

El otro día iba en el autobús cuando una mujer se me sentó al lado y pude oler ese hedor a rancia enfermedad que, a veces, muchas personas destilan por su aliento. Pensé que no lo iba a coger porque soy una persona con el alma bastante fuerte, pero no fue así, me pilló desprevenido y, horas después, estaba totalmente enfermo con un dolor de garganta del carajo y alucinaciones nocturnas. Así que pensé que, entre tanto delirio, era el mejor momento para empezar a reflexionar sobre las cosas que no había hecho y sobre las que me quedaban por hacer.

Al final te das cuenta de que siempre la vida es un ciclo que sube y que baja, que sube y que baja, y que, cuando te vas haciendo más viejo, salir de fiesta, maltratar a tu cuerpo, castigarlo con escasas horas de sueño, etc…, acaban pasando factura. Miro al pasado, miro las fotos, miro las cuentas de Instagram de otras personas, lo observo todo y me doy cuenta de que hay muchas cosas que quise haber hecho pero no hice ni solo, ni acompañado y que, sin embargo, pude tener la oportunidad hacerlas, aunque hoy me importe un bledo.

Sé que puede sonar como un estereotipo pero, fracasar en muchas de las cosas que quería hacer, fue lo mejor que me ha pasado. Fracasar con la banda, en mi carrera musical, en mi carrera artística como escritor, en mis relaciones sentimentales, en miles de proyectos que quise sacar adelante; todas aquellas cosas que empecé y nunca hice… Con el tiempo voy tomando perspectiva y distancia, y las cosas que salieron mal, resulta que tenían que salir así. Aprendí la lección de que no volvería a hacerlas de ese modo, y que simplificaría y lo haría mucho mejor, si las tuviera que hacer de nuevo. Por eso pienso que el fracaso es algo necesario, no siempre, pero tampoco tiene que predominar el éxito en nuestra mente todo el tiempo, porque en un momento del camino, vamos a fracasar, vamos a hacer las cosas torcidas y está bien, no pasa nada, está bien hacerlo así, está bien aceptarlo y aprender de los errores. La perfección difícilmente existe y, si existe, no puede llegar de primeras.

Por tanto, abogo por el fracaso como camino hacia el éxito, camino a hacer las cosas bien, a sentar las bases y empezar de nuevo, a reinventarte porque la vida, al fin y al cabo, es como un  latido del corazón, que sube y que baja, y porque si lo hacemos toda a la primera, esto de vivir se convierte en algo bastante aburrido.