Hay que ser fuertes

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Nunca sabes lo fuerte que eres, hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.

Leo esta frase en alguna parte y pienso en estos momentos. Hace unos días, le comentaba a un buen amigo que me encontraba en el mejor momento de mi vida, capaz de todo, fuerte como un roble.

Escapé de Madrid (por llamarlo de algún modo, pues soy quien se pega a la ciudad) con el fin de cambiar de aires y obligarme a dar vida a la promesa que me había hecho previamente: escribir, no sólo una historia, sino LA HISTORIA que despidiera a Don como se merecía.

Para ello, además de una buena trama, necesitaba reunir ciertos elementos que conformaran el ritual matutino: dormir bien, una alimentación apta para la escritura, cortar de cuajo las salidas nocturnas (que sólo retrasarían el trabajo), conseguir un buen vino con el que disfrutar después de cada jornada y rodearme de silencio absoluto.

El lugar en el que escribo

Pues bien, me mudé al interior, a la soledad más pura, rodeado de naturaleza, de grandes extensiones de viñedos y almendros, un lugar donde los coches apenas se ven y la vida humana brilla por su ausencia.

A partir de este punto, trabajar sería fácil, pero sabía que me podía perder con facilidad en mil excusas.

Pero no está siendo. Además del entorno, hay un componente que es la energía que mueve y gira los engranajes. Saber que no tienes otra opción, volver a los inicios y contraer el músculo.

Sé que he dicho esto anteriormente, pero me asombro al ver que estoy escribiendo más que nunca.

No es una cuestión de musas, ni de energía divina.

Es trabajo, disciplina y consistencia.

Si echo la vista dos años atrás, mi método no ha cambiado mucho en rasgos generales. Simplemente, ahora planifico mejor, soy más determinante, el proyector de mi cabeza se mueve con más rapidez y mis músculos también. Intento superarme a diario, desde hace años, dando pequeños pasos y he aquí cuando comprendo que nada se alcanza de la noche al día, por mucho que nos quieran hacer creer lo contrario en ocasiones.

Sólo creo en aquello que esté bajo mi control, de lo contrario, es irrelevante. Y por eso no me oprime, ni tampoco me quita el sueño.

Deberíamos creer en nosotros mismos, más que en lo que otras personas piensan de nosotros. Desconocemos el potencial que habita en nuestro interior.

Y por eso hay que ser fuertes, porque sólo sabremos lo fuertes que somos cuando esa sea la única opción que tengamos.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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