Inspiración

 

Si hay algo cierto es que la acción genera más acción.
Salir de nuestra zona de comodidad es el primer paso para ponernos en marcha.

La gente suele preguntarme si puedo llegar a quemar mi inspiración, a lo que siempre respondo que no, que escribir me incita a tener nuevas ideas.

“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.” — Pablo Picasso.

Cuadernos de trabajo, notas en servilletas, recortes, frases de alguna película. Se ha escrito mucho sobre la inspiración y las musas, pero jamás he entendido esto muy bien.

Trabaja hasta que llegue

Siempre he sido demasiado impaciente para esperar a que me llegara la idea perfecta, ya fuese para una canción o una novela, así que, mientras ésta se dejaba caer, me encontraba escribiendo cosas en las que creía. Hacía, en ese momento, lo que sentía que debía hacer.

Velocidad + Trabajo duro = Mejora

Uno de los defectos que, más tarde, se convirtió en virtud, fue el de mostrar al público -quizá demasiado rápido, en el pasado- mi trabajo. La necesidad de compartir incluso antes de que estuviera bien acabado. En mi juventud, inocentemente, olvidaba la parte profesional, cegado por mi instinto creador.

Quien me siguiera por entonces sabrá que, antes de publicar el EP con una discográfica, grabamos más de 15 canciones en menos de un año.

Aquello me ayudó a perder el miedo y a afrontar las opiniones con más estómago.

Perder el miedo hoy, te ahorrará problemas mañana

Cuando empezamos, tenemos la piel muy fina y somos sensibles a los comentarios de cualquiera. Sí, CUALQUIERA (hasta esa persona que intenta tumbar tus sueños porque nunca tuvo agallas para realizar los suyos).

Es importante terminar. Vamos a encontrar obstáculos, ganas de dejarlo, pero es importante aprender de los errores y continuar con el proceso.

Es importante no dejarnos vencer por el demonio interno de quien comienza algo: la crítica ajena (tenga valor o no).

“A quien cuece y amasa, de todo le pasa” — Refrán español.

Hagamos lo que hagamos, una de las cosas más difíciles en nuestro día a día es terminar lo que empezamos.

Empieza, entrégalo todo. Termina.

Más tarde, aprendí que ser perfeccionista es una virtud de doble filo: el trabajo debe madurar y hacer las cosas bien es un requisito indispensable pero, también, hay que saber cuándo decir basta porque nunca encontraremos ese grado de perfección al que aspiramos en ese momento. Y puede resultar frustrante. O si no, tiempo al tiempo.

Pero no todo es creación. La vida en sí requiere de momentos de inspiración y otros en los que seguir trabajando.

A veces buscamos las palabras perfectas para hablar con esa persona, el comienzo de año para cambiar a una nueva vida, el momento oportuno para pedir un aumento de sueldo, la situación propicia para terminar una relación o un golpe de gracia para encontrar el amor de nuestras vidas.

Y después de una larga espera, nunca sucede o la vida nos da un revés que nos deja sin aliento.

El mejor momento para comenzar es ahora.

Por tanto, es mejor ponerse en marcha, estar siempre en constante movimiento y aprovechar esos momentos de magia cuando vengan.

Puedes esperar una vida a que algo suceda o empezar ahora mismo (y sucederá antes de lo que esperas).