Magia

Noviembre llega a su fin y con él una última entrega. Siempre hablo de la importancia de documentar porque es una forma clara y precisa de ver, en la distancia, los cambios, las ambiciones y el progreso. Hace un año, escribía ‘El Maestro’, todavía en Varsovia. Miro hacia atrás y parece que hayan pasado años. Me resulta extraño, imperfecto, pero la realidad era esa. Todavía escribía en los Starbucks durante las horas muertas del trabajo. Dicen que el siete es el número mágico.

Para mí, este 2017 lo ha sido.

En julio abandoné Polonia para regresar a España -después de cuatro años- y comencé uno de los periodos más extraños de mi existencia: la vida del escritor.

Mañana se publicará ‘Medianoche en Lisboa’, la última novela que habré escrito este año. En mi interior sólo hay gratitud hacia mi familia, amigos, lectores. En todo momento, lo he hecho lo mejor que he podido.

Este 2017 todavía no ha terminado. Tengo algunas sorpresas para cerrar el más prolífico de mi vida con el mejor sabor de boca.

Atrás queda la pizza fría y el trabajo duro -a veces, pasa-, el bloqueo, el proceso de adaptación. Un año de productividad exagerada que ha sido fruto de un simple elemento: la gratitud de los lectores. Gracias a ellos -vosotros, quienes me leéis-, he sacado fuerzas cuando no las tenía, he seguido creyendo en un futuro de historias, he conectado con la famosa musa para contaros todo lo que había en mi cabeza y que necesitaba sacar fuera. Con sinceridad, gracias. Un escritor sin lectores es como un coche sin gasolina. No va a ninguna parte, por muy potente que sea. A veces, es complicado encontrar a esos lectores, pero más lo era hace cincuenta años. Nunca ha habido excusa para no seguir intentándolo.

Recapitulando, en este 2017 me han quedado claras algunas cosas.

  • Sé amable: da las gracias, vive con gratitud. Estamos en un momento delicado donde la cultura del ‘yo’ abunda, todo el mundo es experto en todo y nos olvidamos un poco de que, a nuestro alrededor, hay personas de carne y hueso como nosotros. Las cosas buenas, te podrían no suceder, como las malas. Todo es relativo. Sé amable, no cuesta nada y tampoco tienes razones para no serlo. Amable es amable. Sonríe. Nada más. Tu actitud marca tu forma de ver el mundo. Esta siempre ha sido mi premisa. Por supuesto, no soy perfecto, soy humano y en el pasado fui algo idiota, pero aprendí la lección. También hay quien responde bien y quien no, pero tú has hecho lo correcto. Cuando trabajaba con personas, un rasgo importante que me ayudó a que todo fuera mejor fue éste.Nadie te debe nada: ni a ti, ni a mí. Cuanto antes lo entiendas, más feliz serás. La universidad no te debe un trabajo cuando terminas. Tu jefe tampoco te debe un ascenso. Haz las cosas bien y, si no te gusta lo que ves, busca una alternativa, un cambio. Las oportunidades llegan, a veces, no. Sal y búscalas y dedícate a quienes tienden sus puentes para ti.
  • Durante estos doce últimos meses, he escuchado decenas de comentarios -sin una aportación constructiva- sobre mi escritura, los libros, mis sueños. Opiniones de personas, más o menos cercanas, que no se habían leído ni una de mis historias y no les importaba reconocerlo. En mi caso, quienes tienen la última palabra, la voz, son los lectores. Siempre, no hay más. Las personas que te escuchan, que te leen (en mi caso) e invierten su tiempo en ti son quienes realmente importan. Da igual lo que hagas, si es profesión o afición. Si tocas el piano, pon atención a quien se siente a escucharte, no a quien te diga que no tiene futuro (y no se haya molestado en saber qué haces).
  • Controla tu interior: lo repito a menudo, pero es cierto. Aprender a controlar el interior nos ayuda a entender lo externo. Siempre existen elementos fuera de nuestro manejo y está bien. Los nervios, el estrés, la ansiedad… no sirven para nada (bueno). La mejor forma de enfrentarse a las adversidades es aceptando el peor de los escenarios y con una ofensiva doble. Aún así, a veces, todo sale mal, pero seguimos vivos. Meditar unos minutos funciona, correr también. Cierra los ojos, respira profundamente y quédate ahí.
  • Trabaja duro en algo que te guste: los resultados a corto plazo son un oasis mental. Si vas a dedicar muchas horas en algo, disfruta con ello y será más liviano. He dedicado jornadas de catorce horas frente a la pantalla y no hay mayor satisfacción que la del trabajo bien hecho (algo impensable en mis anteriores oficios). Sé paciente, date tiempo, disfruta del proceso -sí, es un cliché, pero es cierto, aunque tardemos en darnos cuenta de esto-. Escribí una guía sobre cómo ser imbatible.
  • Sé humilde: no eres nadie, ni yo tampoco y nos moriremos un día. Sé humilde con quien te aprecie porque mañana puede que todo haya terminado. Sé humilde con quien trabaja en un lugar diferente. Que otros actúen con aires de superioridad, no significa que tú también. Lo suyo son complejos. Si tú los tienes, aprende a deshacerte de ellos. Si hoy las cosas te marchan bien, disfruta, pero no seas idiota. Ser humilde no significa adular o sucumbir. Debes saber cuándo levantarte de la mesa y decir basta, pero eso no está relacionado con la humildad. Todos sabemos lo que es ser humilde. Sé y punto.
  • Diviértete: disfruta en compañía o en soledad. Si vives y no te diviertes, ¿qué sentido tiene? Hay vida más allá de Instagram. Sal a la calle, da un paseo, lee un buen libro, mira una serie. No añores lo que tienen otros. Probablemente, ellos añorarán otras cosas. Mucha gente me escribe en relación a la historia que escribí sobre la alumna que no tenía tiempo para bailar… Hay que bailar más, eso es todo, en público, en la intimidad. Bailar nos gusta a todos. Si lo pensamos bien, es un milagro haber llegado hasta aquí. Aprovecha la oportunidad.
  • Lee más: es importante, no sólo porque yo escriba libros, sino porque leer alimenta el alma. Es diferente a ver series, películas o escuchar la radio. Leer es un contacto con el alma, con nuestra lengua maternal. Un proceso creativo (pasivo, pero creativo) y una forma de vivir vidas diferentes, de aprender otras cosas, de sentirnos identificados y encontrar el sentido a nuestros días. El mismo libro es diferente para cada persona que lo lee. Leer incita a la reflexión y nos ayuda a viajar con la mente. Los formatos cambian, pero los libros no desaparecerán porque es uno de los alimentos del alma. Lee más, lee siempre que puedas.

Con esto, continúo entrenando para un año 2018 que, esperemos, será mejor que éste -tan difícil de superar.