Melodías de invierno

Jazz Club neon signage turned on

La luz del sol en invierno es hermosa. Esta semana pasada, no cabía un alfiler en Madrid. De lunes a domingo, cualquier razón era buena para perderse por las cavas, entre el bullicio, los vendedores de décimos de Navidad y el olor a castañas asadas.
Diciembre siempre es un mes jodido. Se pone cuesta arriba, saca pecho y te empuja hacia el precipicio. Intento agarrarme bien fuerte a la cuerda, pero no hay manera. Nunca la hay. Sin embargo, el broche que pone cierre a un año lleno de aventuras, no puede ser mejor. Me acuerdo de la película de Jim Carrey en la que dice a todo que sí. Ese soy yo, en ocasiones. Ese es parte del yo con el que nunca me llevo bien, pero ya no importa, desde que alguien a quien admiro me dijo que empezara por aceptarlo. Y en esas estoy. Hay que aceptar el cambio, aunque algunos días no salga el sol por donde me gustaría.
Escribo estas palabras y soy consciente de que hace un frío del carajo, a pesar de haber sufrido más el temporal en otra época de mi vida. Los lunes son menos lunes cuando huelen a domingo. Pienso en la lista de propósitos para el próximo año, pero también en la de despropósitos. Toda persona debería escribir una porque, de una manera u otra, se sentirá más realizada al ver que ha completado una de las dos. Por suerte, pasará la Navidad, el invierno, y empezaremos de nuevo pero, hasta entonces, el Jazz Bar de la calle de Moratines seguirá abierto para hacerlo todo más llevadero.