Tu obra siempre estará inacabada

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Ni la trompeta de Chet Baker me despierta hoy. Jueves, me siento cansado. Están siendo unos días muy intensos. Escribo estas líneas como estiramiento mental, para que fluyan las ideas.

Últimamente estoy haciendo unas cuatro o cinco mil palabras diarias. Mucho o poco, según para quién, pero un esfuerzo abismal para mí.

Me gustan los retos y este año es uno en su totalidad.

Paseo por el parque más tarde de lo habitual. He cambiado de ubicación de forma temporal, pero no me incordia.

La llamada hacia lo desconocido siempre me ha atraído, quizá por eso me dedique a contar historias.

Tengo un cuaderno de notas lleno de ideas, garabatos y alguna que otra reflexión. Las leo, recurro a las primeras páginas y me doy cuenta de que estoy en un momento en el que no quiero frenar, por muy cansado que esté, por mucho que me duelan los huesos.

Cuanto más haces, más despacio pasa el tiempo mientras lo haces, pero más deprisa corre cuando piensas en lo que estás haciendo.

 Me gustaría contar que estoy escribiendo la obra más larga y más importante de mi carrera y, sin embargo, ya lo he hecho.

Estos días, donde la tranquilidad aflora a mi alrededor y tengo la sensación de que todo va más lento menos mis manos sobre el teclado, me vienen a la mente muchos recuerdos.

La mayoría de ellos están relacionados con mi carrera en la escritura.

Me doy cuenta de lo importante que es definir bien las ambiciones, plasmarlas por escrito, tener objetivos realistas (y no idílicos) y, sobre todo, entender las leyes naturales que rigen lo externo. Uno tiene que hacer las cosas por él y por nadie más. Tal vez suene egoísta. Todo depende de los ojos que lo lean.

En mi opinión, quien no resuelve sus conflictos internos, difícilmente puede ayudar a otras personas. Fórjate tu reino y da cobijo a quien lo necesite.

Las opiniones cercanas pueden ser dañinas, tumbar a cualquiera. Suerte que supe a tiempo cómo tomar distancia hasta aprender a ignorarlas. Pero… ¿Y si no lo hubiera hecho?

Divagaciones que se pierden entre palmeras. Antes me hervía la sangre al pensar en ellas, hoy las veo como otra prueba más del camino. Hay con quien sueña en llegar a la meta, yo prefiero soñar con seguir vivo.

Como nota final, me doy cuenta de que siempre hay algo por hacer, algo nuevo que crear.

Estoy lejos de mi mejor trabajo.

Puede que nunca llegue a él. Pero no importa. Mi obra estará acabada cuando ya no esté aquí.

Mientras tanto, seguiré escribiendo.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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