Pierde el miedo

aerial photo of gray boat on body of water

Viernes negro, la gente pierde el control en las tiendas buscando el regalo perfecto de Navidad. Resulta atractiva la oferta, pero empiezo a sentir que cada semana hay un viernes negro lleno de oportunidades. Diciembre comienza hoy. He logrado avanzar en algunos proyectos estos días, leer más de lo habitual y también he tenido espacio para darme cuenta de que el tiempo que no estoy en las redes sociales, lo gasto en otras actividades de ocio. ¿Productivas? No lo sé, pero menos nocivas. Aún así, es pronto para dar un veredicto. Quiero llegar al 24 de diciembre para tomar una decisión. Doy largos paseos cuando la meteorología lo permite. Madrid ya tiene su alumbrado, la Gran Vía se llena como si pareciera Broadway y huele a castañas asadas y a bocadillos de calamares a partes iguales.
Me miro al espejo y percibo que, con el paso de los años, me vuelvo más y más ácrata, lo cual me ayuda a edificar caminos en los que antes sólo veía maleza, simplemente por el hecho de haberle perdido el miedo a ciertos mitos. ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? Nada. En el momento que te despojas de las opiniones, de los juicios y de lo socialmente aceptado, ¿qué te queda? Tu conciencia.

La gente tiene miedo a publicar un libro y que no se venda, o que lo rechacen, o que tenga malas críticas. La gente tiene miedo a fallar a la primera que, normalmente, es lo que suele suceder. La gente tiene miedo a no encajar, ¿con quién? Con la mierda de opinión con que se está juzgando antes de pensar por sí misma. Caminamos por la calle evitando el contacto visual para que no nos juzguen, mientras los otros se piensan que por qué nadie les mira.

Es importante hacer las cosas bien, pero no debemos tomarnos a nosotros demasiado en serio. Es algo con lo que lidiar desde ya, si aún no lo hemos hecho. Una vez rotas las barreras que nos ponemos, hay personas maravillosas ahí fuera, conversaciones que merecen la pena y un montón de caras dispuestas a echarte un cable, siempre y cuando, no actúes como si alguien te debe algo. Amabilidad, respeto e integridad.

Un mes para la recta final y tengo el cuaderno lleno de decisiones que pienso tomar en el próximo año. Algunas son arriesgadas, pero sólo hay una manera de saber si merecen la pena. Hay que abrirse, renovarse, aprender de todas las fuentes posibles (aunque creas que no te pueden aportar nada, te sorprenderías), pensar con claridad y no con el juicio de quienes no desean que les cambien el chiringuito. Esos no cuentan nada nuevo. Lo que funciona hoy, tal vez mañana no lo haga, y cuando eso ocurra, bajar la guardia, echarle la culpa al sistema, te pondrá en desventaja. Cuando las cosas van bien, hay que seguir atacando las resistencias con el triple de ferocidad para abrir nuevas grietas, si no quieres quedarte fuera de la fiesta. Como dice Clint Eastwood, “Si quieres una garantía, compra una tostadora”.