Quiérete

Le dije que se calmara, que todo terminaría bien, pero ella no hacía caso, no, ella no hacía caso, así que la dejé que se largara, que saliera del autobús. Oye, chica, a dónde crees que vas así, pensé, con una chupa de cuero ajustada, vestida como el resto, sufriendo el frío de la mañana en tus huesos, creyendo ser otra Madonna de barrio, con estudios en la universidad y la cabeza desbaratada. Yo llegué antes, hace ya tres años que vivo aquí, pensé, sé cómo funcionan las cosas y las chicas como tú y, aunque no me creas, también me creí ser Joe Strummer hasta que un día me crucé con el Joe Strummer de verdad y me dijo que qué coño hacía vistiendo como él. Oye, chica, déjalo estar, quiérelo, cálmate y lee algún libro bonito en el sofá de la casa de tus padres, mientras tu madre calienta los pierogi, porque pronto te hartarás de vivir en esa habitación de tres metros cuadrados junto a tu amiga, porque pronto dejará de ser tu amiga y la odiarás en el momento que una de las dos empiece a salir con un chico. La amistad es tan efímera como el dinero en la caja del supermercado, chica, va de mano en mano y nunca termina en la tuya. No te ilusiones, ponte algo de abrigo, esto no es California, ni puedes comprar yerba en la esquina de tu barrio. No. Esto es Varsovia, tú no eres de aquí, ni yo tampoco. Sientes el estrés del trabajo en tus huesos y el olor a col hervida del restaurante ucraniano ya ha atravesado tu abrigo. En ese restaurante mataron a dos amantes. Oye, chica, a mí no me gusta dar consejos, pero te voy a dar uno, abrígate y no te preocupes, yo lo sé, ya lo he vivido, y todo lo que hagas o dejes de hacer, no servirá de nada, no dejarás huella, ni una maldita mancha en tu CV, siempre y cuando no mates a alguien o robes un banco, pero tú no vas a robar nada, ni a nadie, ni yo tampoco, ni el tipo que se ha sentado a mi lado desde que te has ido y todavía disfruta tu rastro. Todos hemos ido a la universidad, porque la universidad es el lugar de los sueños rotos de nuestra generación, porque todos nos dijeron para que servía pero nadie nos advirtió para qué no. Oye, chica, pensé, déjalo estar, quiérelo, quiérete y abraza a quien te cuide y te hable con respeto, porque aquí todos somos iguales, todos venimos del mismo sitio, porque tienes frío bajo esa chupa de cuero barata y porque pronto aprenderás que en esta vida no importa el cuándo, ni el dónde, ni el cómo ni el por qué, sino el qué y con quién.