Responsabilidad

 

Leí en una lista de consejos sobre escritura que nunca se debe empezar hablando del tiempo, pero hace un frío del carajo en Madrid, los dedos se congelan y los consejos se toman cuando se piden.

Las listas de propósitos para el próximo año se multiplican en los muros de Facebook, en los tablones de Twitter y en los blogs. A todo el mundo le gusta crecer, perfeccionar, pero doce meses es una cantidad de tiempo ínfima para realizar demasiados cambios. Por eso, prefiero acotar, reducir y concentrarme en lo justo.

Como el resto, yo también tengo mis predicciones, aunque estas no son demasiado relevantes. Al igual que en Google (en su día), Facebook o Amazon, auguro la caída del tráfico orgánico de Instagram, de la subida del coste publicitario y de la quiebra de muchas cuentas que habrán perdido su ventana de oportunidad.

Sonarán quejas, influencers que caerán y odio a Zuckerberg a partes iguales. Pero esto es sólo una predicción.

Dicen que viene una crisis económica que golpeará a Europa de nuevo. Habrá que atarse los machos y seguir a pie de cañón a pesar de las adversidades. Si eso ocurre, será un momento crítico para muchas personas que, como yo, estén alrededor de los treinta y hayan dejado el curso de su vida, hasta la fecha, en manos de las promesas ajenas.

En lo que a mí refiere, en unos meses llegaré a los treinta. Número redondo, nueva década y un paso más adelante. Si en 2018 mi palabra fue esfuerzo, en 2019 será responsabilidad. A veces tengo la sensación de que no me respeto lo suficiente en según qué áreas.

Responsabilidad para hacer que los días venideros sean de calidad, que lo que diga aporte y no rellene. Responsabilidad para enfrentarme a los pequeños problemas, pese a las inseguridades, sin pedir ayuda innecesaria por el mero hecho de no sentirme lo suficientemente preparado. Responsabilidad para encauzar mi vida y aceptar mi único destino. Porque lo que más nos aterra es el decidir y descartar el resto, tomar riesgos y creer ser capaces de todo. Mi 2019 será el órdago más grande hasta la fecha.

Pero, además de trabajo, cuando hablo de responsabilidad también me refiero al resto de ámbitos de mi vida. En un momento en el que se tiene acceso a todo, me fascina -y aterroriza- la capacidad que tenemos para olvidar. Me he propuesto limitarme a leer la prensa de papel una vez a la semana -si sobrevive-, dejar a un lado la digital y reflexionar acerca de lo que leo. Convertirlo en un ritual.

Me he propuesto limitar el consumo de información y leer la opinión de quienes me han aportado valor este 2018 y no caer en los comentarios banales de desconocidos -todos sabemos lo fácil que es saltar de clic en clic-. Noticias, artículos, vídeos… La mayoría crean contradicción en nuestras ideas llevándonos a la confusión.

Ser consciente en todo momento (o intentarlo) de mi tiempo, así como de las horas que empleo en internet o con otras personas. Responsabilidad para leer y terminar todos esos libros que nunca empiezo.

Finalmente, en contraste, uno de mis propósitos es aportar más que en 2018 dentro de mis limitaciones.

Aportar valor, ya sea en forma de historias como he hecho hasta ahora, en artículos de opinión o mensajes de Twitter. Aportar, simplemente, mucho más que hasta ahora y de una mejor manera.

Y mi responsabilidad es la de encontrar el balance entre todo esto y lo mencionado anteriormente.

¿Y tú? ¿Cómo ves tu año venidero?