Revoluciones

 

Todos necesitamos llevar a cabo una revolución.

Asociamos el término a la sangre, al grito y a la ira, pero nada más lejos.

Revolución viene del latín revolutio, que significa: una vuelta.

Todos necesitamos tener una. Dar un giro, una vuelta más como el tambor de la lavadora. Un poco de mejora, subir un escalón, reiniciar el statu quo infantil que ni siquiera nos planteamos en la edad adulta. Hay quienes lo etiquetan como causa, llamada, pasión, pero ninguno de esos términos funciona conmigo. La fe, la pasión, son la gasolina de la revolución, del cambio.

En mi caso, la revolución es escribir historias, hacerlas llegar a otra gente, llevarlos a sitios en los que he estado, a vidas que desconocen y, a través de mí, incitarlos a descubrir a otras personas que también escriben. La música, la literatura, la pintura… no entienden de polaridades, están hechas para la reflexión, el disfrute y el progreso.

Pero existen otras revoluciones, como la de quien enseña a sus estudiantes que las matemáticas no son peligrosas, ni aburridas, todo lo contrario (algo que pocas veces sucede en las escuelas); la de quien prepara con esmero el mejor pan de la ciudad, para que cada bocado sea un placer; la de quien hace reír a un montón de espectadores en el interior de un teatro; la de quien apaga los fuegos que arrasan bosques; la de quien cuida y rescata a los animales que han abandonado, o la de que quien corta el cabello para que esa persona se sienta más guapa y feliz consigo misma.

Para mí, eso son revoluciones.

Cuando escucho a una persona durante mucho tiempo decir que se siente perdida, entiendo que no está buscando su revolución, que piensa en dinero, en éxito, en otras cosas, en otras personas… pero no en que un día perecerá y habrá dejado este sitio tal y como lo encontró, pero cargada de arrepentimiento.

Todos tenemos una revolución interior, diaria, y ésta no tiene por qué ser oscura, ni violenta, ni debe perjudicar a otros.

Soy una persona optimista pero también soy consciente de que requiere tiempo saber cuándo cortar ciertas relaciones, hábitos y entornos para hacer un cambio.

A veces, tenemos miedo empezar ese camino, esa vuelta, por lo que nos dirá el entorno, por las opiniones que recibiremos o por la idea de que no triunfará. Pero, una vez más, nos estaremos dejando llevar por lo externo, en lugar de seguir el grito interior que nos lleva a hacer el bien y que no es más que algo natural y humano.