Yo también he cambiado

 

Cada cierto tiempo tengo la necesidad de desconectar de todo.

Vuelvo a leer Walden y miro casas de Airbnb por la costa gallega en las que pasar un mes. Nunca he estado en Galicia, pero me encantaría hacerlo antes de que terminara este año. Lo mío nada tiene que ver con el surf. Me gustaría pasar un tiempo escribiendo como el personaje de Love Actually, aunque yo lo haría en una tableta y no a máquina y, probablemente, tampoco tendría una asistenta que me preparara la comida y de la que me enamorase más tarde.
Después todo pasa, aplazo mis sueños para más adelante y me doy cuenta de que, ahora, lo que toca es hacer otra cosa.

En mi caso: escribir.

Con intermitencia llega a mis oídos siempre la misma pregunta. Alguna personas se cuestionan por qué escribo lo que escribo o, mejor dicho, por qué publico lo que publico. Mi intención es muy sencilla: documentar lo que hago y, por ende, lo que pienso mientras lo hago.

Con el tiempo me he dado cuenta de que, si hay personas que conectan con mis historias, hay gente que conecta con mis palabras. Se le da demasiada importancia a lo que unos cuantos digan, en lugar de cuestionarnos cómo nos afecta cómo lo dicen.

Somos tan ignorantes en ocasiones que rechazamos ciertas cosas por prejuicios, olvidando que, tal vez, entre esos párrafos se encuentren las palabras que nos hagan despertar. O tal vez no, quién sabe pero, tan abiertos que somos y qué poco hacemos por dar la oportunidad.

Desde hace ya un buen periodo, procuro guiarme por el interés. Sé que hay libros, textos, palabras, personas… que no llegan en el momento adecuado, que todavía mi cabeza no puede (o no quiere) asimilar, conocer, descubrir. Soy bastante respetuoso con eso, nuestra existencia es limitada y tal vez no llegue el momento aunque, al menos, no diré que no lo he intentado.

Después de cuatro años documentando casi a diario lo que escribo y pienso, me doy cuenta de cuánto he cambiado en unas cosas y qué poco en otras, lo cual me alegra. Escribir es otra forma de perdón, aunque no se considere así.

Las calles ahora me cuentan otras historias. Lo que antes eran recuerdos, hoy son respuestas a las preguntas que me llevé bajo el brazo cuando me fui de aquí. Estoy llegando al apartamento donde escribiré toda la mañana. Pienso en mis ex, en las chicas que se cruzaron en mi camino más de lo habitual y sonrío. Les diría a todas que me conocieron en un mal momento, que he cambiado a mejor y ahora veo las cosas de otra manera, pero de nada serviría. Y es que, como yo, ellas también lo habrán hecho, de un modo u otro, a su manera, convirtiéndonos en imágenes del ayer, en auténticos desconocidos del hoy.

Anoto la fecha de hoy en el cuaderno como hacía en la escuela primaria. Es momento de escribir otro capítulo.