Tiempo

Una de las cosas que aprendí en la adolescencia es que, si haces algo diferente, siempre habrá alguien que intentará tumbar tus ideas. Esto me lleva a cuando me colgué una guitarra por primera vez, después un bajo y, más tarde, formé un grupo de música junto a dos amigos. Todavía no existían las redes sociales como las conocemos hoy, aunque había otras. Simplemente, por el tipo de música que tocábamos, aparecía gente a la que le gustaba y otra a la que no. Normalmente, los que formaban el segundo grupo, solían ser indiferentes, aunque siempre había una pequeña porción dispuesta a sabotearte por alguna razón.

Con el tiempo, me di cuenta de que esto sucedía en todos los ámbitos. Mi visión siempre ha sido clara: las cosas necesitan práctica, trabajo intenso, mejora, paciencia y constancia. Sobre todo, los dos últimos ingredientes.

Cuando comencé en la escritura, supe que llevaría tiempo arrancar, aunque jamás creí que tanto. Decidido, me mudé a Polonia y me tatué en el brazo un motivo para escribir esa historia, ya que, por muy pocos que hubiesen, siempre habría alguien dispuesto a leerla. Pasaron los años e internet se convirtió en un lugar donde criticar tras la pantalla es tan fácil como hacer un clic.

Siempre he pensado que los escritores (como los músicos), son personas con un problema de ego bastante grande. Y digo son y no somos porque lo único que me une a esa palabra es la tarea de teclear en el ordenador. En mi caso, vi la subida y la caída antes de sentarme a escribir. Sé lo que duele llegar y que nadie te conozca. Por tanto, que no extrañe ver a un escritor/a en ascuas cuando recibe una mala crítica, o alardear de algo. Ni a un escritor ni a nadie. Hay que tener la piel curtida para tragarse la bilis.

Para mí, la figura del creador ha sido más parecida a la del músico -no puedo evitarlo-, que practica y toca recorriendo los bares más mugrientos a cambio de nada. Es así. No me atrae en absoluto alguien que se lamenta más que escribe. La gente se asusta cuando escucha la palabra marketing y cree que la van a engañar, cuando una gran parte desconoce lo que engloba. Marketing es tocar en doce pueblos el mismo verano. Grabar una maqueta y dársela al locutor de radio de moda. Ir a los saraos donde otros músicos se juntan. Llamar la atención, pegar carteles. Por eso, no creo en el éxito instantáneo, ni en los comienzos fáciles. El dinero ayuda, pero no hace milagros. Hay quien me ha dicho que las novelas de Caballero no sobrevivirán en veinte años. Es una opinión. Mi visión es que, en veinte años, me veo escribiendo novelas de Caballero y, por tanto, Caballero habrá sobrevivido. ¿Con 48 años? Por supuesto. Será una buena señal que siga escribiendo. Pon atención a lo que está bajo tu control y tómalo. Todo es una cuestión de perspectiva.

Por tanto, hagas lo que hagas, debes observarlo como una carrera a largo plazo. Ni te imaginas lo que puede cambiar tu vida en dos o tres años desde el momento que empiezas a trabajar en eso que tanto deseas. Ni te imaginas lo que puede cambiar en 20. No obstante, hay una parte aquí de la que nadie habla. Hay una cuestión que todo el mundo evita: el sacrificio.

¿Eres capaz de comprometerte a trabajar duro en eso que tanto amas por 10/20/30 años? Si es así, adelante. Lo lograrás. La mayoría de personas no lo son, pero te diré que no es fácil, que siempre habrá días en los que quieras mandarlo todo al carajo y llevar una vida como las otras personas. Días en los no tendrás remedio que levantarte y seguir peleando hasta ganar el asalto… O no. Tú decides. Es todo una cuestión de perspectiva.