Última fase

glass door with view outside

El mes llega a su fin. Noviembre es un mes extraño, frío, que nos hace pensar en las vacaciones de Navidad antes de hora. Desde hace unos años, ni siquiera eso. Me retiro unos minutos para escribir en el blog y dejar la novela a un lado. El otoño me ha machacado anímicamente. Los excesos se pagan el doble y la energía no es la misma. De repente, mis rutinas diarias se han visto afectadas, he aumentado la dosis de café y el cambio de horario me ha dejado la cabeza estancada. Pero no es excusa. He estado trabajando en una historia de Caballero que verá la luz el próximo 12 de noviembre.

Por suerte, todo llegará a tiempo (o eso espero). Algunos proyectos salen adelante y otros parece que nunca ven la luz. No me impaciento, sigo en mis trece. Realmente, no me quita el sueño.

Hago balance positivo de un 2019 que no quiero acabar tan pronto -aún me queda algo de mecha-, y me doy cuenta de que Madrid es una ciudad que no te deja quedarte en casa, por mucho que te esfuerces en pasar el cerrojo, dejar los mensajes sin contestar y dedicarte a otros quehaceres. Siempre algo, algún motivo interesante por el que pisar la calle, recorrer avenidas, entrar en los bares y sentir un poquito del rocanrol de la vida. Y eso dista mucho de los días invernales en la playa escuchando las gaviotas, escribiendo junto al radiador y leyendo mientras el calor del piso te adormece.

Como es lógico, no sólo he perdido un poco de ritmo con mis historias, sino también con aquellas que suceden fuera de mi cabeza. A estas alturas del juego, observo que las redes no hacen más que absorber mi tiempo sin apenas darme cuenta. Estar presente es importante, sobre todo, si te dedicas a esto, pero no es necesario depender de ellas. He observado que la gente es más respetuosa y amable de lo que creemos. Las personas aprecia tus tiempos de respuesta y saben que, por alguna razón -y mejor que sea buena-, tienes otras ocupaciones (como también las tienen ellas).

El esfuerzo por generar presencia sólo sirve para que tu marca no caiga en el olvido. Hace tiempo decidí pagar -en cuanto pude-, delegar y crear una atmósfera sana que permita la interacción.

No puedo con todas las novedades, por lo que he decidido hacer listas y centrarme en ellas. Me gustaría leer/escuchar/verlo todo, pero los días son limitados, así que he prescindido de las series, los sitios nuevos de moda y las bandas que no voy a seguir. Tengo lecturas, discos de rock y jazz y un puñado de lugares preferidos a los que acudir cuando la vida pide un respiro.

Hace unos años soñaba con la vida que llevo hoy. Eso es un éxito, pero para mí, la palabra ahora tiene otro significado. Lo importante es seguir haciéndolo todo, de nuevo, cada día, más y mejor. Esa es la parte jodida. Pero ahí estamos. Luchando como si no hubiera mañana. Porque no lo hay.