Existen momentos en los que todo nos sobrepasa. No importa en qué momento nos encontremos, si en una situación mejor o peor que la de quien tenemos al lado en el metro. Al final del día, cuando nos vayamos a dormir, tendremos que digerir nuestros propios temores. Aunque no…
Crear una audiencia desde cero de forma sencilla
A estas alturas de la partida, la red está llena de recursos para transformar nuestra carrera y alcanzar el éxito (esa maldita palabra que nos hace pensar en montones de dólares y coches de lujo). Sin embargo, todavía me encuentro con prácticas sin resultados, acciones a medias y ecosistemas…
Demasiado
Camino cuesta arriba por la Gran Vía rodeado de rostros extraños, de miradas pasajeras y rasgos que se quedarán almacenados en algún lugar de mi subconsciente para aparecer más tarde en mis historias. La marabunta humana se mueve en ambos sentidos y yo me escurro por ella hasta llegar…
Fealdad
Pidió la tostada con aguacate por sentirse parte de una élite que me importaba un carajo. Le dije al camarero que me trajera la de jamón ibérico, que yo era un hombre de costumbres. Media botella de tinto y una ración de manchego después hablamos del trabajo, de las divinidades…
Soledad
La mirada es el espejo del alma, me decía mientras sus ojos se nublaban tras la tercera copa de vino. Podía sentir la pesadumbre en su mirada, el peso de una responsabilidad que no quería y la presión por ser alguien que no había elegido. El alcohol sigue siendo…
Perspectiva
La camarera me sirve un café humeante en la terraza del bar. Son las siete y media, la calle está vacía, los taxis se amontonan en doble fila y en las aceras quedan restos de cristales de la noche anterior. Llegados a este momento, uno se plantea si es que…
Felicidad
Estaba rota, me dijo cuando la escuchaba pegado a la barra, sobre el taburete. Di un trago al botellín de cerveza y la miré con curiosidad. ¿Quién no está roto?, le dije, ese es el problema de esta generación, quizá de todas, yo tampoco tengo todas las respuestas. Pensar…
Dubái era una fiesta
Dicen que para contar buenas historias, además de leer y escribir, también hay que vivir. Leía a Fante en la pantalla de mi Kindle mientras esperaba que el tren de cercanías me llevara al aeropuerto. Un día fatídico, apresurado. El cielo estaba gris y el reloj, una vez más, corría…