Costumbre

brown wooden chair near mattress

Sale el sol después de una jornada de lluvia, aunque no parece que importe mucho. Esto va para largo. Nos aumentan la reclusión quince días más, algo que no es problema. No me importa lo largo que sea, como si estamos tres meses hacinados en casa, siempre y cuando termine con el virus. Lo que venga después, ya se verá.
La cuarentena empieza a pesarle a mucha gente. El ser humano difícilmente se soporta a sí mismo.

Tengo tres mil palabras por delante que tengo que escribir para hoy. Están sucediendo cambios en la industria que nadie esperaba y es importante abrir bien los ojos.

Mi cuarentena también lo es en redes. Los perfiles personales se han convertido en el cubo de hojalata favorito donde vomitar todas las inseguridades y los miedos y odios. Hay que estar a salvo del exterior, en todos los aspectos.

Leer y escribir es lo que me ayuda a entrar en un trance demoledor en el que olvido lo que está pasando. No sé cómo, pero lo consigo.

Por otro lado, estoy aprovechando para experimentar algo nuevo, otra forma de narrativa, un paso más en mi aprendizaje.

Dada la situación, no me voy a poner exigente. Mi mente no está preparada para prácticas de hace unos meses, por lo que es mejor ser constante que acabar lleno de impotencia.

Finalmente, hay buenas noticias.

Pronto se pondrán a grabar las cuatro novelas de Rojo, que saldrán en audiolibro este año. El resto de series completas (Caballero y Don) están en Storytel y otras plataformas como Itunes, listas para escuchar estos días.

Los actores de doblaje son de diez.

Por último, he rebajado más de la mitad el precio del curso de escritura en línea, por si alguien quiere aprovechar el tiempo. Es un buen momento para ponerse a escribir.

Hoy hay albóndigas de menú, un crianza y Mensajes Ocultos de mi amigo Luis A. Santamaría.