Desencanto

Woman Reading Book

Cada dos años solía cambiar de residencia. Cada tres, de forma de pensar. Me hago fuerte con los años para controlar el péndulo que dirige mi vida pero, sinceramente, no depende todo el tiempo de mí. Este comienzo de año ha golpeado como un polvorín, haciéndome reflexionar sobre los planes que tenía años atrás, los hitos logrados y los objetivos que están por venir. Cosas que antes me interesaban y ahora no. Épicas que prefiero dejar para otros. En los periodos de incertidumbre y desasosiego, me aferro a los básicos, a la causa de mis inicios y a la razón por la que hago esto: escribir. La lectura nunca se fue y las historias tampoco, pero lo cierto es que hoy goza de mejor salud que hace una década. Dejando atrás los informes de una industria que está en pleno cambio y que no se aclara, existe un montón de gente esperando buenas historias. Es el momento de seguir contándolas, regresar a la disparatada idea que una vez tuve y colocar las manos sobre el teclado. La calle goza de menos actividad que antes, pero los años de cosecha aún pueden dar mucho de sí hasta que todo se recupere. Madrid es un templo de historias por contar, de rincones por narrar y de gentes anónimas que nunca sabrán que formaron parte de un atrezzo literario. Como en esa película de David Trueba, la mejor manera de perder el interés en alguien (en este caso, algo) que admiras, es conociéndolo, y en mi caso me he desinteresado de muchos aspectos de un ámbito que alimenta más la vanidad que el estómago. Las tendencias son efímeras, líquidas y caducas, pero la honestidad brutal es única y eso la convierte en diferente. Cuando se conocen las reglas del juego, hay que apostar por el sentimiento y las ganas de hacer.
Es hora de volver, sin miedo, como el alacrán que sale de la tierra, a sabiendas de que puede morir aplastado por un pisotón. Es hora de escribir, de dejarse llevar y de aprovechar la tenue luz del alumbrado público en una noche fría de invierno. Es hora de escribir y aquí estamos. Quizá sea el mejor momento para hacerlo. Quizá es que siempre lo ha sido. Como dicen los mexicanos, vamos con todo.