Entre guitarras y prosa

Girl, Street, Fashion, Cafe, Coffee, Cigarette, Fag

Una semana diferente. Avanzo a trompicones con el último trayecto, paso más horas de las habituales recorriendo los bares de la ciudad, hablando con gente que no conozco y haciendo kilómetros al pasear. Me duelen las piernas, pero estoy bien, preparado, listo para seguir rodando. Releo a Hammett en mis ratos libres. Hace unos días me colgué una guitarra sobre un escenario. La Riviera es una de las salas más grandes de Madrid. Era la prueba de sonido para Radio 3 y yo le estaba echando un cable a mis amigos. De pronto, sentí un gusanillo en mi estómago mientras aporreaba las cuerdas. Trece años atrás, más joven y más díscolo. Fueron buenos tiempos que recuerdo con dulce agrado. Poco queda del que fui y mucho de lo que sigo siendo. Horas más tarde me encontraba en un camerino, charlando con la cantante de una de las bandas femeninas más famosas del país. Por un rato, los dos fuimos normales. Todos buscamos un poco de cariño en el ojo ajeno. Cuando eres indiferente a la popularidad o al estatus que pueda tener tu interlocutor, cuando te importa un carajo todo lo relacionado con el brillo de sus movimientos, entonces te vuelves real y auténtico. La autenticidad tiene un precio y no está relacionada con el orgullo. Conozco a demasiadas personas que no harían algo por lo que pensaran de ellos, jugando sus cartas como si fueran a ganar la partida.

La autenticidad no va de lamerle el culo a unas personas sí y a otras no. Pero nadie te obliga a ser auténtico.

Por desgracia, alguien estropeó la conversación, pero no es algo que me entristezca. La vida es cruel, en ocasiones, y yo era un actor secundario en esa farándula musical que poco tiene ya que ver conmigo.
Febrero aún no ha terminado y hace más calor del habitual. Los Rolling Stone suenan a todo trapo en un domingo vacío, tranquilo, de turistas cruzando la Gran Vía como hormigas, de chinas atractivas en Leganitos, vendiéndome masajes que pongan un final feliz a la semana. La puesta de sol es maravillosa, una vez más, y reflexiono sobre el puñado de canas que me han salido en la cabeza. Hay quien dice que me hacen más interesante, y también quien dice que mejor eso que nada. A mí sólo me hacen ver el paso del tiempo, pero quizá It was just my imagination, once again, como cantaban los Stones.