Escuchar

Ayer decidí dar un paseo, dejar que los rayos vespertinos me dieran en la cara, parar el tiempo por un rato e imaginar que el mundo no continúa al apagar la pantalla.

Caminando a escasos metros de la playa, sentí el olor a salitre propio de este lugar. Por los auriculares hablaban sobre libros. Este año me he propuesto escuchar más a las personas.

Sí, escuchar.

La mayoría no lo hacemos. O nos ponemos a pensar en otras cosas o basta que empiece la otra persona, para preparar nuestra respuesrta.

Por eso, este año, quiero mejorar, aunque sea a través de un programa de radio. Concentrarme en el ejercicio de escuchar.

Hablaban sobre edición, libros, lo que el futuro deparará. Uno de ellos decía que hoy la gente lee y compra más que nunca, sin distinguir de formato. El problema venía cuando el dinero no iba al bolsillo de quienes dicen lo contrario. Sólo hay que ver los números, y que son los grupos editoriales quienes infunden ese pesimismo para pagar menos a sus autores.

No supe si era cierto, aunque tenía sentido.

Sin embargo, aquel comentario me llevó a otras reflexiones. En ocasiones, nos aferramos al juicio que hacemos de lo que no vemos. Encontramos a una persona y juzgamos su apariencia. Nos cuesta tomar distancia de la visión que tenemos de cómo deben ser las cosas en este mundo y si esa persona está, o no, dentro de esta concepción. Nos cuesta tomarlo tal y como es.

Reconozco que hace tiempo perdí el romanticismo por muchas cosas -aunque lo he ido recuperando con el tiempo-, que lo que hace años me sorprendía, ya no.

Tenía una visión fragmentada y sólida de las cosas.

No obstante, el primer paso es reconocerlo y, el segundo, hacer un esfuerzo por cambiarlo. Las emociones se contagian con facilidad en las redes sociales.

No existe peor cosa para un comentario negativo que mostrar una indiferencia sana, honesta, mientras no perjudique a nadie, ni tampoco a ti.

Así que deja de encabronarte por tonterías.

Hay cosas y personas maravillosas ahí fuera a las que escuchar, en las que invertir el tiempo. En la calle, en la red, en tu barrio. Hay millones de personas poniendo su grano de arena. Unos lanzan luz, otros echan sombras, pero la luz siempre ilumina.

Es importante tomar distancia y, si es necesario, dejar de seguir a todo eso que no hace más que soltar bilis a diario.

Practicar el ejercicio de aceptar las cosas como son sin tomar parte, requiere tiempo, pero ayuda a vivir en calma.