Exprimir el tiempo

Ayer estuve dando un paseo por Malasaña, recorriendo las calles del barrio, recordando momentos de tiempos pasados y fijándome en la cantidad de bares de comida exótica que no volverá a abrir y que colgaban sus carteles de SE ALQUILA. Una tarde gris, nubosa y húmeda. Bordeé San Bernardo, la terraza del Iberia (vacía y desolada), y subí por Fuencarral para regresar a casa. El paseo vespertino, tan necesario estos días, me hizo replantearme ciertas cosas sobre el momento en el que vivimos. Dada la situación actual, me planteé este año com un periodo de cambios, de desafíos. Siempre lo hago, aunque era consciente de que 2021 debía marcar un capítulo nuevo.

De alguna manera, salvando las distancias, me siento como en 2017, en un proceso de transición, con mucho por hacer y poco tiempo para las distracciones innecesarias.Esta mañana, buscando entre los archivos, me he topado con un artículo que escribí hace años. A veces, es necesario recordar cuál fue la mentalidad del principio.

Una vez más, se abre un horizonte ante mis ojos que hace temblar los paradigmas que establecí en el pasado. En el fondo, nunca me gustó la estabilidad. Por eso, debo recoger un poco de cuerda, cortar ciertos cables y concentrar cada segundo en lo que realmente importa. Es hora de exprimir el limón.