Genios

woman in red t-shirt and black shorts standing on brown wooden floor

Al fin logro adecentar mi nuevo lugar de trabajo. No necesito mucho, pero tengo que sentirme en sintonía para que las palabras funcionen. Por el balcón, ahora veo otras caras, otros coches, otra luz. Cambiar de aires también me hará cambiar de parecer, absorbiendo otra manera de entender la vida, a la vez que comprendo la idiosincrasia de mis nuevos vecinos. Estos días leo a Camus, pero también a Dicker, y estudio el momento en el que Picasso pasó de ser un pintor a un artista. Cada pieza de contenido que creamos, cada mensaje que publicamos, forma la imagen que damos al mundo. En las redes como en la vida real, somos nuestra propia obra de arte, y sin una base contundente, sin unos pilares que mantengan el resto, es difícil transmitir un mensaje que no sea confuso y vacío. Nacemos únicos, ansiamos pertenecer al grupo y, al final, terminamos adorando a quien destaca entre la multitud. Somos únicos, pero nos cuesta muy poco dejar de serlo. Y es entonces cuando la genialidad se apaga. La autenticidad siempre ha tenido un alto precio porque no todo el mundo se atreve a mirar hacia dentro.