Memento Mori

Diciembre es el mes de las celebraciones, de los finales, de los puntos de inflexión, de las vueltas a casa y del adiós a doce meses -largos o cortos, según se vea-. Llevo una temporada enfrentándome a diferentes escenarios, por lo que hace tiempo que dejé atrás los convencionalismos y los dictámenes.

Veo la vida con los ojos que tengo, miopes, pero los mismos que han visto muchas otras cosas durante estos años. Tantas, que ya no sé ni quién soy, por eso me hago una foto frente al espejo. Para mí, diciembre significa mucho, pero también poco. Es un buen momento para reencontrarse con el pasado, con las raíces, independientemente de las creencias con las que se comulguen en la casa de cada persona. También es un periodo para cerrar ciclos para siempre o prepararse para los que están por llegar. No soy una persona de propósitos ya que no cumplo la mitad de los que me propongo: sólo los importantes.

Desde hace un tiempo, llegado a diciembre, me gusta dejar por escrito lo que he aprendido, percibido o experimentado durante el año vivido para así leerlo en el futuro. Este año, no iba a ser menos. Por primera vez, he cambiado de país, de profesión y puedo dedicarme a tiempo completo a la escritura -algo con lo que soñaba años atrás. El tiempo pasa más rápido de lo que percibimos.

Aunque la lista podría ser muy larga, hay algunas cosas que resaltaría para continuar en el año próximo.

  • El estrés te puede matar: no somos conscientes de ello hasta que nos pasa factura. Debido a diferentes cosas, sufrí un episodio de estrés que me cambió el modo de ver la vida. Dormir bien, comer bien, vivir bien. Si hay algo o alguien que te quita el sueño, las ganas de comer o las de vivir, terminará contigo. Haz lo que consideres para que eso no suceda.
  • Memento Mori: algún día te vas a morir. Leer a los estoicos me ayudó bastante a entender que, hagas lo que hagas, vamos a ser polvo de ceniza. Una obviedad de la que no somos conscientes cuando vivimos como ratones. Por tanto, es mejor levantarse y acostarse con la satisfacción de no habernos traicionado a nosotros mismos. No hay más.
  • No todo vale: la red es un agujero negro de opiniones, bulos, noticias, comentarios… He dejado de creer a los medios de comunicación, a los líderes mediáticos. No te creas a nadie, forma tu opinión, lee libros y pregúntate por qué crees en lo que crees -no porque lo diga otra persona-. La mitad de noticias de portada en los diarios son una vergüenza. Existe una delgada línea entre informarse y consumir (tanto lo bueno como lo malo) información. El placer es efímero, el dolor llama más la atención. Vigila tu entorno porque terminarás pensando como él. Es cierto que eres las cinco personas con las que te rodeas. Que no te quepa duda. Escoge bien.
  • Las cosas requieren tiempo y sacrificio, más de lo que piensas: hoy hay mucho vendehumo en internet. A veces, la suerte llama a tu puerta pero, si no lo hace, puedes ir tú a la suya. Qué demonios, olvídate de la suerte. Es un término para quien cree en las casualidades. Los trenes pasan una y otra vez. Hay oportunidades y debes tomar la tuya cuando sea el momento. La única forma de aprender es haciendo y, si quieres hacer algo y no sabes cómo, ya puedes empezar. Haz, sacrifícate por ti y, malamente hablando, que te la sude el resto. El entorno -como he dicho antes- es pernicioso. Normalmente, sólo mira para sus adentros: que trabajes en algo y ganes dinero, que formes una familia, que [Aquí la excusa a la que te someten]. Familia, amigos, profesores, jefes. Guárdate tus ideas, trabaja como una hormiga y que te guíe alguien que haya hecho antes eso que tú quieres hacer (un mentor/a, vamos). No te conviertas en el trauma de otra persona. El resto, que le dé las lecciones a otra persona. Hagas lo que hagas, vas a sufrir, te va a doler y vas a querer renunciar en algún momento. Sé fuerte y apóyate en esa fe ciega que te mantendrá a flote. Antes de comenzar, tienes que creértelo. Luego alguien te dirá que lo estás haciendo mal y te dolerá, pero forma parte del juego. Esto no va de empezar el uno de enero y desinflarse como un globo. No es un reto de Año Nuevo. Acepta que será un largo camino y puede que no lo alcances, pero… ¿Para qué vivir si no? Enamórate de tu existencia.
  • Sigue tu instinto: es complicado. A veces, te dirán que hagas algo que va en contra de tu intuición. Puede que estén en lo cierto, puede que no. Sopesa la información, pregúntale a tu interior. En ocasiones, nos dejamos vencer por la presión y la herida nos marca para siempre. Tu intuición se comunica contigo. Síguela.
  • El mundo no quiere lloricas: así de crudo es. Llorar no tiene nada de malo, todo lo contrario, pero lamentarse todo el tiempo no sirve de nada. Ni hombres, ni mujeres. Es mejor verlo así. Somos boxeadores dentro del cuadrilátero y la vida nuestra oponente. O vives y peleas, o te quedas fuera. Los llorones nunca suben al ring.
  • Cuida los tres pilares del equilibrio en el mundo donde vivimos: salud, dinero y amor. Sólo tú pones tus límites. No te engañes, es para ti. La salud es importante, así como el dinero y el amor. Tu dedicación a cada ámbito es el resultado que ahora mismo tienes. Encuentra tu balance.
  • Rodéate de luz: ahí fuera hay mucha gente vibrando de diferente forma. Busca la luz, que no el buenismo. No te dejes engañar con rollos. Rodéate de personas que den, que aporten y no que quiten. Haz tú lo mismo.
  • Lee más: todavía más.
  • Todo lo que necesitas saber está en los libros y… en Youtube: o casi todo. Aviva tu curiosidad y aprende cosas nuevas. No cuesta dinero. Hay gente maravillosa creando contenido más allá de los vídeos de gatos.
  • Di no a todo eso que te gustaría rechazar.
  • Si otra persona lo ha hecho, tú también puedes: camina con la cabeza bien alta. Te puede llevar más tiempo que a otro hacer algo. Acéptalo. Sé firme y cumple con tu propósito, no te avergüences de tu pasado, pero tampoco juzgues a la persona que tienes al lado sin conocerla. Todos somos humanos.
  • Vive con pasión, con ganas, diviértete, sonríe a menudo.