Oda a lo bueno

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Oda a lo bueno, a lo que nos queda, aunque sea entre cuatro paredes.

El rock y el jazz como estilos de vida, el pulp como actitud y el estoicismo como manera de entender el trabajo y los días. Escribo por vicio, por labor y por necesidad, mía y de quién me lee. Leo por placer, por curiosidad y como medio de transporte a otras miradas.

No he renunciado a los aperitivos de los sábados, ni a los encurtidos del mediodía o las copas de vino apoyadas en la encimera de la cocina. Tampoco he renunciado a escribir.

En el fondo, nunca he dejado de hacer nada de lo mencionado. Con el tiempo, uno construye sus hábitos, las manías, los principios. A falta de tradiciones, de sentido común, de maneras de hacer las cosas, los rituales son más necesarios que nunca.

El whisky sigue llevando hielo, aunque ahora lo apoye en el brazo del sofá.

El piano sigue sonando, la fiesta continúa.

Y si no te gusta cómo suena… ¿No es un buen momento para dejar eso que tanto odiamos y empezar de cero?