Placer

Enamórate de tu existencia, decía Kerouac.

Y es que, si no lo haces tú, nadie lo hará por ti.

Basta con agradecer lo que tienes a tu alrededor para haber ganado la mitad del partido.

Reconozco que soy una persona de espectros opuestos. De renunciar al hedonismo por regla, pero también de disfrutarlo cuando toca.

Seguimos en enero y todavía afloran los artículos gancho para que demos un giro radical a nuestras vidas, para que nos convirtamos en esa persona que nunca llegaremos a ser. Poco se habla del disfrute, de los placeres. El sábado es la jornada de reflexión, el tiempo muerto de la semana, el día en el que nos dejamos el teléfono móvil por equivocación.

Es importante parar las agujas del reloj por unas horas, mirar más al horizonte y menos a la pantalla. Sé que lo repito y no lograré nada, por eso escribo y doy vida a Caballero, para no olvidarlo, para recordar que una vez pensé así.

Por suerte, todavía me sorprenden muchas cosas, como el material de algunos edificios centenarios, la curiosidad de otros, los discos de jazz que he escuchado tantas veces, el mecanismo de esas máquinas de café.

Enamórate de tu existencia. No hay más. Que su volumen sea tan alto que no puedas escuchar el resto del ruido.

No me digas que no es fácil, mejor, no me digas nada, que hoy de poco sirven las excusas.