Resiliencia

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Cada día que pasa, tengo la sensación que sé menos de lo que me gustaría. Tengo los ojos puestos en el año que entra, a pesar de que aún nos quede medio mes para gastar los últimos cartuchos de pólvora. Supongo que hemos acabados hartos de este 2020 y que el inicio de un nuevo año supone un ritual que nos presentará un nuevo comienzo. Dudo que sea así. Mis razones son otras. Después del último libro, me estoy tomando las semanas que quedan con calma, aunque sin descanso. Estos días trabajo en un ambicioso proyecto (quizá el más grande hasta la fecha) del que poco puedo contar, porque luego todo se desmorona cuando tropiezas con una piedra en el camino. En cualquier caso, no me asusta pensar en ello. Me adapto con facilidad a los cambios, con resiliencia, esa palabra que está tan de moda (y que lo estará más) en los tiempos venideros. Tan sólo quiero contar nuevas historias, de un modo diferente, intentando superar lo que ya he hecho antes. La escritura me lo ha dado todo, y cuando digo todo, es todo. Por eso, me debo a ella, sin más.

Aunque cada día me siento menos partícipe de los debates y de las redes en general, sigo topándome con cuestiones que me resultan irrelevantes en mi día a día. El tiempo que permanecemos aquí es limitado, así que conviene no arrepentirse del modo en el que lo empleamos. En 2021 quiero llevar mis historias más lejos, a otros lectores, en otros idiomas. Y eso requiere trabajo, estudio y riesgo. No existe otro modo de hacerlo. Hace unos días hablaba de lo cuantitativo sobre lo cualitativo y es que, sin frivolizar, si nos movemos en un entorno de dígitos, los números son necesarios para comprender si estamos dando los pasos correctos.

Por fortuna, cada día me encuentro con más autores que abren sus miras, dispuestos a dar ese paso tan necesario. Quién sabe si, en el futuro, las rencillas y los egos se quedarán atrás, y las alianzas se forjarán para unir fuerzas y llegar a más gente. A diferencia de trabajar con una empresa editorial, en este caso, nosotros tenemos el poder de nuestras acciones y la posibilidad del cambio. Mientras tanto, sigo esforzándome por continuar con mi senda. Corren buenos tiempos para quienes contamos historias. Y yo tengo un puñado de estas que muero de ganas por escribir.