Cuéntame una historia

No hicieron falta más de 48 horas para que las paredes de aquel hotel se convirtieran en nostalgia. Podía contar cómo reventamos el minibar abriendo champaña y saltando sobre la cama, y cómo aquel botones que al principio se negaba, comenzó a bailar cuando le puse un fajo de billetes…

leer más