Tener un plan

man riding horse statue under blue sky during daytime

Julio, calor a manta y Mediterráneo. Me siento como el protagonista de una de mis propias novelas. El mar, los viñedos, la familia, los arroces… todo está cerca. No son vacaciones, ni tampoco una visita obligada. Más bien, como todos, necesitaba un respiro, un cambio de aires, además de atar algunos cabos que el confinamiento me había impedido gestionar.

Ayer estuve corriendo por el interior de la provincia, entre almendros y con un sol justiciero que me calentaba sin piedad el cuello. Este año, todo está más seco de lo habitual. Me di una vuelta y pensé en los años anteriores, en los meses de cosecha literaria, en cómo sembraba cada tarde los frutos del presente, recordándome a diario todo lo que tenía por delante.

Después de un año, me he dado cuenta de que es el mejor momento para vivir de la escritura. Esto no va de tener seguidores, ni de estar las veinticuatro horas promocionándote, ni tampoco de ganarte la aprobación de una editorial. Ni hablar de la suerte. Esto va de tener un plan grabado a fuego. Por supuesto, has de tener un puñado de buenas historias escritas y otras tantas por escribir, pero antes debes tener un plan que alimente todo lo demás.

Tarde o tempano, la música suena.

Es placentero oír las primeras notas.