Todos somos escritores

Photo by Clem Onojeghuo on Unsplash

 

Últimamente recibo muchas peticiones de amistad en Facebook. La mayoría son de escritores que, como yo, buscan hacerse un hueco en el mundo de las letras.

Me alegra que lo hagan.

Hasta hace bien poco, no conocía (en persona) a más que un par de escritores. Nunca me he relacionado con gente que escribe, puede que por falta de casualidad o porque, desde hace unos años, mis puestas en escena están contadas con los dedos de una mano.

Estos días me encuentro en Elche, en mi ciudad, impartiendo un curso de escritura de novela en la universidad. Todas las personas que me aguantan en las sesiones de cuatro horas son escritores.

Algunas ya han puesto sus historias sobre el papel. Otras todavía no lo saben. Pero todas lo son.

Disfruto escuchando sus ideas, sus dudas, sus conflictos y simpatizo con el asombro que desprenden sus miradas cuando hablo de algunas cosas.

Disfruto contándoles las mías, intentando que mi cabezonería de larga duración haya servido de algo.

Photo by travelnow.or.crylater on Unsplash

No lo tenía muy claro, pues tampoco sabía qué me iba a encontrar.

Dicen que los escritores tenemos mucho ego y yo reconozco haber sido un inaguantable Holden Caulfield cuando empecé a juntar palabras, pero estos días me doy cuenta de que, el hecho de ser así, no era fruto de mis ambiciones literarias, sino de mi persona.

Estaba equivocado, una vez más, y he tenido suerte de encontrarme un grupo estupendo.

Entre jueves y jueves, mis días se centran en escribir, en vagar por las calles, en tomarme algún café en soledad o acompañado de algún viejo amigo; en hablar de otras cosas, de los treinta, de la música, del mañana y de seguir adelante.

Escribo y escribo. Hay días en los que la cabeza no me alcanza, en los que me gustaría hacer un alto y decir basta, vámonos a un bar, pero ni siquiera tengo ganas de eso.

Photo by Benjamin Schneider on Unsplash

Cuando se entra en la vorágine de uno mismo, en ese ritmo absurdo y frenético, no se puede parar.

Tengo la extraña sensación de que vienen cambios, como cuando se avecina mal tiempo y nos duelen las articulaciones. Cambios de paradigmas tecnológicos, pero también personales. Momento de replegarse y ordenar la habitación dando respuesta a todas esas cuestiones que nos aterran a las dos de la madrugada.

A veces, es necesario ceñirse a un código para no perder el rumbo.

Una vez más, me siento como en 2016 tratando de arrancar un coche que no carbura, sabiendo que todo este esfuerzo servirá de algo.

No sé lo que vendrá mañana, pero aquí estaremos, mejor o peor, pero estaremos.

En ocasiones, tengo la sensación de que acabo de empezar y es que, en el fondo, sería muy aburrido si ya hubiese llegado a mi meta.

Al final será cierto eso de que hay que disfrutar el proceso.

Conecta conmigo

Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

Si te interesa la escritura, descubre el curso de escritura que ofrezco para escribir, publicar tu libro en Amazon y lograr tus primeras ventas.

Si te ha gustado, ¿podrías darme diez o veinte aplausos para llegar a más gente?

También puedes seguirme en Instagram: @elescritorfantasma

Facebook: /elescritorfant