Con los recién cumplidos treinta y tres, dejo lista una novela que saldrá el próximo uno de junio. Sin embargo, El secreto de la señora Avignon ya está en preventa a precio rebajado para quien quiera reservar su copia. Una vez salga a luz, será de los lectores. He de reconocer que esta historia me ha devorado. Casi 500 páginas de suspense, misterio, dolores de cabeza y una batalla interna que puso en peligro su desarrollo -y que me obligó a tomar una solución drástica-. Llego a los treinta y tres después de un año revoltoso, lleno de momentos divertidos pero también de caídas. Supongo que todas las áreas de la vida están relacionadas entre sí y, cuando una se ve afectada, todas lo sufren por igual. De todo se aprende y, por suerte, el libro llega junto a las temperaturas del verano y el calor mesetario.
Este año no lo pasaré en Madrid como el anterior, ni habrá novela que me atragante. Es el momento de hacer una pausa y desaparecer un tiempo o intentarlo, al menos. Más bien, habrá libros, muchos libros, pero no serán míos. En ocasiones siento que mis treinta y dos fueron un sinfín de decisiones mal tomadas, pero de las que salieron unos cuantos libros y de las que me llevo unas cuantas historias personales para el recuerdo -algunas de ellas, grabadas sobre la piel-.
Será verdad que los treinta y tres tienen ese carácter mágico, numérico, y que se alcanza algo, aunque sea el final del calvario. La verdad es que no lo sé, pero tengo claro que es el momento de pasar al siguiente nivel.
