Una vida minimalista

Si sientes que los días se escapan de tus manos y nunca tienes oportunidad para disfrutar de ti, esto te ayudará. Estas directrices funcionarán para aquellas personas que necesitan un cambio. Personas que saben que el tiempo es lo único que no podemos comprar. Gente que antepone su libertad al dinero. No obstante, muchos, no lo encontrarán útil. En las siguientes líneas voy a aportar algunos cambios que he ejecutado y experimentado personalmente en mi vida. Modificaciones en mis rutinas, para vivir, simplemente, con más calma. Hoy todos hablan de productividad, ganar tiempo, trabajar más. En esta entrada trataré el propósito de la claridad, lo básico.

El minimalismo como estilo de vida, de pensamiento, priorizando la felicidad, la belleza de lo simple.

Decimos que la vida pasa rápido, porque es así. En ocasiones, sucede, pero resulta difícil darse cuenta de ello en el momento de la historia en el que uno se encuentra.

No estaba cómodo con lo que hacía, o lo que se suponía que debía hacer.

Desde pequeños, el sistema nos dice los pasos a seguir. Está en todas partes. Un mensaje que se repite una y otra vez.

Creímos la patraña de que ciertas cosas nos harían libres, pero dudé que eso fuera cierto. Me di cuenta que el cambio comenzaba desde dentro, desde mi yo.

Dejé mi puesto y pasé casi un año sin trabajar. Encontré algunas respuestas.

No es posible saber qué quieres en un mundo con tanto ruido y distracción. Conectamos el estar ocupado con la productividad. Escucho a gente que me dice orgullosa las horas diarias que trabaja y el poco tiempo que tiene. Posiblemente, es la única parte de su empleo de la que se puede enorgullecer.

Y no tenemos tiempo. Nos convertimos en esclavos del tiempo.

Si perdemos nuestra lucha contra el tiempo, perderemos la total libertad.

La claridad nos ayuda a entender nuestro propósito, aunque aún no seamos conscientes de ello.

Simplificar obliga a dejar lo esencial, lo necesario. Y en mi vida sobraban muchas cosas.

No hemos cambiado tanto en 20 años. Simplemente, nos hemos acostumbrado a nuevos estímulos que captan nuestra atención de un modo mejor. Hemos fabricado planos de realidad virtual que parecen nuevos. Hemos creído lo que nos ha parecido atractivo, sin pensarlo demasiado.

De hecho, para muchos es así, y lo aceptan como tal.

Hice varias modificaciones. Algunas me parecían obvias, y por eso mismo fue tan difícil de ver qué estaba pasando. Llegué a la conclusión de que las siguientes medidas hicieron mi vida más placentera:

Información: corté de raíz mi relación con las noticias y eso que llamamos “información”. Tres medios a los que sigo y no más de diez minutos diarios, siempre que no haya algo que llame mucho mi atención. Tener varias noticias y poder reflexionar sobre ellas.

Cambios positivos: mejor humor, menos embotamiento mental, más tiempo libre.

Vi la transición del papel al digital y soy de la generación que se informa a través de la pantalla. También me licencié en Periodismo y estudié las materias que se imparten. Pero esto no es necesario para decir, abiertamente, que a la gente no le interesan las noticias. La televisión nos ahorraba el tiempo de lectura. No sé por qué creímos que internet cambiaría esto.

La gente lee más rápido, piensa menos y comparte mucho. Hablamos de cualquier cosa, porque nos suena, pero nos cuesta ahondar sobre ello. Ni siquiera sabemos por qué tenemos la opinión que poseemos sobre las cosas.

Los diseños de las páginas no permiten leer cómodamente. Leer titulares y entradillas de cinco medios diferentes nos hace sentir bien. No obstante, si la noticia no es acerca de un asesinato en cadena, un ataque nuclear o una epidemia biológica, procesamos nada y olvidamos pronto. El mundo se convierte en ruido y confusión.

Este es el panorama por el que me veía afectado, enfermo.

Tecnología: me deshice de la televisión. Es un aparato obsoleto que capta demasiada atención y ni siquiera es democrática. Durante muchos años, ocupó parte de mi vida. Internet ha sustituido a la televisión. Existe otra mentira, sobre la fuente de información y conocimiento que internet es. Una cosa es su existencia. Otra, el uso que se haga de esto.

Eliminé Facebook el año pasado. Mi vida ganó en tiempo y se liberó de una ansiedad ficticia. Elimina las aplicaciones de redes sociales que tienes en el teléfono. Las notificaciones están matando la atención. Recordemos el efecto llamada perdida, o el patrón de comprobar el teléfono por si teníamos mensajes sin leer. El teléfono sin aplicaciones de mensajería, permanecerá más tiempo en el bolsillo, estaremos más atentos a lo que sucede alrededor. Si realmente (cosa que dudo) necesitáramos alguna aplicación específica, esconderla es la solución. Como esos puzzles que la gente instalaba para desactivar la alarma. Eliminemos los accesos directos y rápidos. Obliguemos, al menos, a que el cerebro trabaje.

Consejo radical: cambiar de teléfono. En España está muy arraigado utilizar Whatsapp para todo. Por un tiempo, regresé a los teléfonos de antaño para solventar la adicción. Dejarás de tenerla y nunca más necesitarás un teléfono con Whatsapp.

Escuchar música con total atención: Parece que viviéramos en un videoclip. Si preguntas a alguien, estás molestando. Las cosas pasan cuando hay gente que las hace suceder. Posiblemente un cliché que hemos leído mil veces, pero que guarda una gran verdad. Escuchar música en casa, el concepto y la espera. No descargar nada que sea ilegal, aunque anteriormente, lo hiciéramos hasta hartarnos. No es una cuestión analógica, esnob. Se trata de combatir de algún modo el síndrome de Diógenes digital que llevamos dentro.Se trata de volver a hacer de la música, algo deseable.

El reproductor de mp3 es, posiblemente, uno de los inventos más interesantes de la era tecnológica. Me encanta. Sin embargo, a veces siento que nos hemos aislado por completo.

Leer más: cuando internet y el teléfono pasaron a un segundo plano, me di cuenta de que tenía más tiempo para escribir y leer. Procuro leer siempre que puedo, un poco cada día. Escribir me hace feliz. Lo he dicho anteriormente. Crear es una prioridad vital y cuando no hago ejercicio, me disgusta.

Uso un lector de e-books y compro así como disfruto de los libros que se encuentran en internet. Creo que es importante pagar por la cultura, aunque muchas cosas no formarían parte de mi estantería. Los libros físicos son limitados, ocupan espacio. Mi opinión sobre lo que debe ser gratis o no daría para otra entrada.

Simplificar nuestras acciones, limitar el uso tecnológico de un modo consciente, alimentar nuestros pensamientos, alargar los paseos, reflexionar. Parece simple y sencillo, pero no lo es. Ni que decir tiene extrapolar estas ideas a nuestra forma de vestir, de pensar, de actuar. Deshacernos de lo innecesario. Ideas con las que son difícil de romper de un día para otro.

Si te interesa el tema y quieres ajustar algunos cambios en ti, muchas de estas ideas han sido inspiradas por otras personas como Leo Babauta, Joshua Becker, Anthony Richardson o The Minimalists.