Underground

Cuando la gente me pregunta qué hago, les digo que soy escritor. La mayoría tiende a sonreír, para después preguntarme qué hago en realidad o simplemente no dice nada más.

Es una reacción que durante mucho tiempo no comprendí, pero a la que uno se acostumbra con el paso de los años. Es cierto que vivir de las letras es complicado y más cuando muy pocas personas de nuestro entorno lo logran.

Quien se dedique a este oficio, sabrá de lo que hablo.

Gracias a la red, como he dicho tantas veces, podemos convertir nuestra pasión en una profesión, aunque no sea un camino de rosas.

La persona independiente que escribe hoy, además de dar forma a sus historias, debe hacerse cargo de otros aspectos como el marketing, el diseño profesional de las portadas, el contacto con sus redes sociales y la imagen personal.

O lo haces tú, o pagas a alguien profesional para que te lo haga, pero caer en la inocencia de que podemos hacerlo nosotros mismos con conocimientos básicos de diseño es un error que mucha gente comete -y que no llega a entender jamás-.

Hay que entender las normas del juego, saber quién es nuestra audiencia, por qué lee, cuándo y cómo. Hay que hacer números, pruebas, cometer errores y verlo con la mirada de quien abre un negocio.

Lamentablemente es así (siempre lo ha sido). La mayoría de gente sólo te leerá cuando tu cara aparezca en las portadas de las revistas, en los números 1 o cuando hayas vendido miles de copias.

Y no, no lo hará cuando ganes un premio (¿Quién conoce los premios?).

Tú decides: ser la broma de la conversación o tomarte en serio.

Por otro lado, si nos decantamos por tomar este camino, hay que estar al día de lo que sucede a nuestro alrededor. Tienes que saber lo que es Twitter, Instagram. Debes aprender cómo funcionan los algoritmos y cómo generar tráfico. Si son términos que desconoces, buscas la información en Google y estudias.

Debes molestarte en buscar a tus lectores y no al contrario. Hay demasiada oferta como para que lleguen a ti de casualidad.

Todo está al alcance de nuestra mano, pero debemos dedicarle horas a su aprendizaje.

Todavía veo a algunas personas que se cierran en banda o se niegan a integrarse en un mundo digital mientras pretenden que sus obras se vendan por todo el mundo.

Este nuevo mundo es así y el perfil del juntaletras con un Nokia 3310 está muy bien siempre y cuando la otra parte del trabajo esté hecha.

Así y todo, vivir de la escritura sin formar parte del azar, de esa cola de discoteca en la que el portero decide si entras o no, es posible.

Después de casi ocho años de trabajo, quizá hoy sea el mejor momento para hacerlo.

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Pablo Poveda, periodista y escritor de novelas de ficción. Creo en la cultura libre y sin ataduras. Si te ha gustado este artículo, conectemos: te animo a que te suscribas y descargues gratuitamente una de mis novelas.

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