Cuando decidimos vivir en otro lugar

Llevo más de dos años viviendo en Polonia. No es ni mucho ni poco, simplemente un período de tiempo. Sin embargo, hace cuatro que salí de España y me fui a ver cómo eran las cosas fuera. Cada persona es una situación única y al igual que yo decidí venir por iniciativa propia, otros no. Como yo, mucha gente que no es de aquí, convive en el país. Y lo mismo ocurre en todas las partes del mundo.

En este tiempo, la experiencia me ha dicho dos cosas: uno, no juzgues antes de conocer, y dos, si no funciona para ti, acéptalo, puede que nunca lo haga. Es una regla muy simple, pero que cuesta de aceptar.

Además de tener una mente abierta, creo que es importante no juzgar a quien nos acoge hasta que desarrollemos una opinión madura. Lo que nos dicen otros, las ideas preconcebidas y lo que, nos queremos creer, nos contamina. En dos años aquí, no he tenido ningún problema. Muchas experiencias, sí, pero ninguna que pusiera mi vida en peligro. Nada que no me pudiese haber pasado en otro país. Es importante vivir cómodo, apreciar el lugar que te rodea. En muchas ocasiones, nosotros somos los que tenemos que dar el brazo a torcer antes de que lo haga el otro. La tolerancia es una cosa de dos. El chauvinismo exacerbado, que nace de las comparaciones acomplejadas, es una constante. Escuchar de alguien haciéndolo, lo más común. Todos sabemos cómo son las cosas en el lugar donde crecimos. Muchos sentimientos nos unen a ellas, pero las comparaciones son odiosas. Comparar es necesario para valorar y saber de la calidad de algo, pero dejando el juicio personal movido por el complejo.

A mi modo de ver, un método útil es el intercambio, animar a otros a que conozcan lo tuyo, pero conocer lo local. Ser empírico, crítico pero no ver sólo lo malo, por mucho que nuestras emociones intenten cambiar los pensamientos. Es fundamental. Me considero español, muy orgulloso de ello y de mi cultura y de ser como soy, pero lo que nos hace únicos es nuestro yo, el cúmulo de ingredientes, no un carné de identidad. Muchos discreparéis sobre esto.

Hace tiempo quería hablar abiertamente sobre esto, cuando la gente me dice, tanto aquí como virtualmente, que por qué estoy aquí. Soy feliz, ¿existe una razón mejor? Tengo una vida normal, actualmente no soy un gran viajero activo ni una persona new-age. Tengo tiempo para trabajar, escribir y estar en familia, con una vida completamente integrada. Tengo a gente de aquí que me arropa y me hace sentir como en casa. Cuando regreso a mi apartamento después de trabajar, me siento feliz por lo que tengo, que es mucho. Reconozco que esta ciudad significa mucho para mí. He conocido a personas que nunca habría conocido en otro lugar, porque estaban aquí. Y esté donde esté en el futuro, siempre lo hará. Pero esto es Varsovia, no Valencia. Un avión me trajo aquí. Sé de gente que tiene otra forma de ver las cosas. Gente que vive molesta a diario, quejándose para sus adentros, con los pies aquí, pero la cabeza en otro lugar, deseando marcharse, pensando en dónde sería feliz. Esto no es vida. Ha de ser difícil lidiar con ello, porque no sería capaz de levantarme cada mañana y regresaría a España tras un período de prueba. Difícilmente cambiarán de actitud por mucho que cambien el lugar, pero esperemos que no sea así. Todo el mundo merece vivir feliz y encontrar su lugar. Cada persona es una situación diferente, y no juzgo a nadie.

Es cierto que, una vez dejamos los complejos atrás y calmamos la mente, es entonces cuando sabemos si el lugar en el que estamos, funciona con nosotros o no. Es así de simple.

Aprender el idioma local, intentarlo, es una asignatura pendiente para muchos. Los españoles no caemos bien siempre, ni nuestros ojos son los mismos que los del vecino. No hay que lidiar con eso, simplemente aceptar que existe. En los últimos tres años, he vivido hablando y pensando en inglés a diario. La inmersión en el idioma fue necesaria y muy gratificante. Aprender un idioma abre tu mente. Me ha acercado a su literatura, a su forma de pensar. No he vuelto a ver una película doblada. Olvidemos lo práctico que pueda ser para el trabajo por un momento. Pensemos que siempre nos podremos comunicar con alguien en otra lengua y no existe experiencia igual. Eso nos hará únicos. En mi caso, ahora le toca al polaco, mi primera lengua eslava y una de las más difíciles. He decidido ponerme en serio. No es imposible. He visto a mucha gente que lo habla fluidamente, y como ellos, así lo haré yo. Es un orgullo personal. En Polonia habla mucha gente inglés, sobre todo los jóvenes.

Si tenemos la motivación (sea cual sea) de estudiar un idioma, debemos hacerlo. Aprender el idioma del lugar en el que vives también hará que la gente sea más respetuosa y abierta. Resignarse por principios, es un craso error.

Por tanto, si decidimos viajar a otro país para quedarnos una temporada, buscar empleo o encontrar nuestro camino, sea cual sea la razón, volvemos a los dos básicos del principio (además de viajar con una maleta y lo justo). Antes de saltar sin paracaídas a un capítulo nuevo de nuestra vida, a empezar de cero y la belleza de todo ello, será clave reflexionar antes si somos tan tolerantes como pensamos. Ni los más samaritanos se libran de lidiar con sus demonios.