No puedo creer que haya puesto fin al próximo borrador de Caballero.
Quedaos con esto, porque se las trae…
La idea surgió en un viaje a Altea, antes del verano. Supongo que he tardado tanto en darle otra entrega, porque necesitaba reconectar con su esencia.
Y ahora presiento que lo he hecho.
Caballero es un personaje inmortal. Me lo ha demostrado. Durante un tiempo atrás, sobre todo, en la última época, me costaba narrar en primera persona. Tal vez mis propios chistes no fueran tan buenos. La verdad es que no lo sé.
Los escritores también tenemos baches creativos, a pesar de que renegara de ello, durante años. Por un momento llegué a dudar de si se me había acabado la mecha o no.
Hay muchas distracciones ahí fuera. Mucho juguetito de inteligencia artificial que no hace más que robarte el tiempo.
¿Sinceramente? Lo más difícil es sentarte a escribir, poner una frase tras otra, avanzar y, sobre todo, creértelo.
Porque si no te crees lo que escribes, quien te lee, tampoco lo hará.
No tengo un discurso Anti-IA. No. Sería como tener un discurso contra el ordenador portátil en el que escribo esto.
Nos guste o no, conviviremos con ella.
El caso es que, para escribir, no puede entrar en mi cabeza. No puede contar la historia.
Tal vez lleve más tiempo. No importa.
Si algo he aprendido estos años, es a escribir con el cuchillo entre los dientes. A golpes secos. Como un navajazo.
Por necesidad. Por oficio.
Soy un pulp.
El próximo día 9, llega «Al Rojo Vivo», la última entrega del inspector Rojo. Será su despedida. Se puede reservar en preventa aquí.
Aunque no tiene fecha, a mediados o finales de noviembre llegará «Crimen en Altea Hills», la próxima de Caballero.
Ahora estoy escribiendo «Bajo Sospecha 2», que llegará en febrero y también está en preventa.
Auguro un 2026 con el montón de historias que no he contado este año.
Y con más reflexiones en el blog. Ahora que la lista de correo ha pasado a Substack, profundizaré mis pensamientos aquí.
Espero que disfrutéis con el final de Rojo.