Ley de Pareto

Person Showing White Mug in Focus Photography

Esta semana le he dedicado muy poco tiempo al blog. El año ha empezado fuerte, con un ritmo muy intenso y me he dado cuenta de que, en realidad, los días son más cortos de lo que había imaginado (cuando tienes mucho que hacer, por supuesto). Generar contenido nuevo, es imprescindible para mantener la presencia, para hacer saber al mundo que sigues ahí, a pie de guerra, pero no es del todo sencillo mantener la constancia.

Por eso, en periodos de intensidad, es crucial entender qué es lo que te permite llevar la vida que llevas y concentrarte en ello. La ley de Pareto, con su 80/20 (o su 20/80, según se mire), me indica con claridad las dos áreas en las que debo trabajar: libros (escribir nuevas historias) y mis lectores (contestar correos, mensajes de Facebook, comprobar anuncios en marcha para alcanzar audiencias).  Este es mi 20/80 que, a la vez, consume el 80% de mi día. Curioso, ¿eh?

Pero que no cunda el pánico. He escrito en este blog más de cuatro años y lo seguiré haciendo mientras pueda, ya que refleja, entre relatos, opiniones y experiencias, el proceso de toda mi carrera.

Esta semana he escrito mucho, pero entre bambalinas. Los lanzamientos siempre absorben tiempo. En dos semanas saldrá la tercera entrega de Dana Laine, que completará la primera trilogía, y tengo ilusión por ver cómo funciona. Han sido sesiones muy intensas de café, madrugar mucho y agotar la batería de la tableta digital para evitar distracciones.
Durante el proceso, decidí no probar gota de alcohol porque sabía lo que sucedería después si lo hacía. Me acostaba cansado y me levantaba muy pronto. Así que intenté respetar a mi estómago en todos los ámbitos, sin excesos ni comidas pesadas. He notado cómo los niveles de energía aumentaban cada mañana y la claridad al escribir era mayor. Un sacrificio necesario porque, cuando pones tu físico a pleno rendimiento, no puedes permitir excesos.
Pese al agotamiento, he sacado unas horas para otras actividades.

He terminado lecturas y he empezado otras nuevas que veremos cuándo acabo.

La semana pasada me pasé por la presentación de Y una moto negra, la novela que ha escrito Enrique de la Cruz y que presentó hace unos días en Libros.com. Aproveché para conocernos y, de paso, hacerme con un ejemplar.

También encendí la televisión para airear las ideas y le di una oportunidad a un par de series.

La primera fue YOU. Había leído alguna que otra crítica buena. Empieza fuerte en el primer capítulo: un acosador que trabajaba en una tienda de libros y se cuela por una chica aspirante a poeta con una vida compleja. Nueva York, grandes dosis de ñoñería y poco de tensión hasta el tercer capítulo. Me aburrió y la dejé. Quizá por eso no vea muchas series.
La segunda fue London Spy, sobre un chico que se enamora de un banquero en Londres. Cuando desaparece su amante, descubre que es un agente del MI6 británico. Capítulos largos, pero no decepciona.

Por último, he tenido tiempo para ver The Odessa File, sobre un periodista en busca de los nazis que seguían vivos gracias a la organización Odessa. La película está basada en la novela de Frederick Forsyth.

Sin más, el próximo lanzamiento está a la vuelta de la esquina. Mientras, toca seguir.

La vida es maravillosa cuando se disfruta con lo que se hace.