Prácticas y remedios para sobrevivir en casa al encierro por una pandemia

woman lying on bed

Mens sana in corpore sano. Estos días son cruciales para un mañana que está por llegar. Para muchas personas es una experiencia totalmente nueva (la de estar en casa sin salir, la del virus lo es para todo el mundo). Cada uno de nosotros tenemos nuestro aguante y un límite. No sé cuánto es capaz de ver una persona ni de vivir entre el sofá y la cama, pero sí que conozco dónde están mis líneas rojas. Por esa razón me niego a dejarme llevar por la oleada de ruido e intento que los días sean lo más parecido a la normalidad. Intento tomarlo todo con optimismo. No es la primera vez que estoy solo, aislado y con la única compañía de mi perro, por lo que esto no supondrá un problema, pero puede que sí lo sea para ti. Aquí dejo algunas prácticas que me han ayudado en el pasado y que sigo practicando en el presente.

– Siete minutos de ejercicio diario en casa: el entrenamiento carcelario de Charles Bronson es demasiado para mí (por ahora). Dado que me paso horas y horas sentado frente al teclado, intento moverme a menudo, ya sea en mi casa o paseando con el perro. Estos días, a causa de la pandemia, no camino seis kilómetros y me limito a llevar al perro a que haga sus cosas. Sin embargo, esa no es excusa para no mover el cuerpo. Descubrí este vídeo donde Inger Houghton nos guía para que sea más fácil.

– Meditaciones de Marco Aurelio: padre del estoicismo, emperador romano y manual de supervivencia en los peores momentos. Está en audiolibro y también en digital. Es un clásico, pero todavía vigente, y me ha ayudado en los momentos más turbios. Si resulta denso, se puede leer a Ryan Holiday, que intenta trasladar el mensaje a la época que nos toca.

– Meditación de diez minutos: dejando a un lado el lado metafísico de esta práctica, la meditación ayuda a tener mens sana, sobre todo con tanto ruido informativo, tanta opinión y tanta ansiedad virtual. Cuando estoy falto de ideas, medito un rato. Cuando siento que la cabeza me va a estallar, medito un rato. No seré yo quien pegue el sermón mindfulness aquí. Para mí es como pulsar el botón y reiniciar el ordenador. En Youtube hay un montón de meditaciones guiadas. Yo uso la aplicación Insight Timer, pero el fin es el mismo. Elige una que te guste y adelante. No hace falta ser un yogi ni hacer la flor de loto.

– Leer: poco tengo añadir. Intento leer para aprender y para evadirme. Novela y no ficción. Ensayo y literatura. Leer me ayuda a desconectar, a relajarme, pero también a ejercitar la memoria, estar en contacto con la lengua, a reflexionar y a mantener la mente alejada del foco de problemas. Para mí es indispensable, además de un placer.

– Aprender: ahora que tenemos tanto tiempo libre, ¿por qué no aprender? Hay cientos de cursos gratuitos en línea para aprender una nueva habilidad. Ya sea cultivando el ámbito en el que nos movemos o descubriendo una nueva vocación, aprender es útil, nos mantiene ocupados y nos hace sentir mejor.

– Crea una rutina: es fundamental que tengas un horario, hagas teletrabajo o estés mirando al techo. Madruga, hazte un horario y márcate un plan de objetivos diarios y otro para cuando esto pase. Tres, al menos. Piensa que el virus se controlará, pero el bofetón económico va a ser devastador. Piensa en ti, en los tuyos, en tu trabajo. No esperes a que acabe esta pausa para culpar a los demás. Pase lo que pase, crea un plan y prepárate para unos años venideros muy sufridos.

– Da las gracias: vivas en compañía o en soledad, trata a la gente que tengas alrededor con respeto y cariño, aunque estés empezando a cansarte de vivir entre paredes y con ellos. Puedes echarle la culpa al Gobierno, pero no cambiará tu situación. El descontento te lo guardas para más adelante, cuando haya que votar o salir a la calle. Mientras tanto, cultiva la gratitud por seguir con vida y no en la cama de un hospital en estado febril. Llama por teléfono a quien no puedes ver, no te quejes mucho y practica lo anterior.