Días de radio

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El invierno ha vuelto por un día. Esta noche ha nevado en Madrid, la lluvia ha tenido al perro en vilo y cuando hemos salido aún era de noche. Los cambios de presiones me dejan un dolor de cabeza horrible. Preparo la segunda cafetera y golpeo el teclado. Hoy no me pienso contaminar de negatividad. Ayer logré rascar de mis entrañas más de tres mil palabras. Me sentí como si hubiera escrito diez mil.

Leo por ahí que estamos todos igual, pero el mal de otros no me consuela, nunca lo ha hecho. Hoy toca repetir la hazaña, aunque las ganas escaseen.

Enciendo la radio. La única emisora que sintonizo es Radio Clásica. Es fácil de reconocer aunque no conozcas la frecuencia. Es la única que emite esa clase de música. A veces ponen jazz, pero me gusta porque suelen hablar poco y, cuando lo hacen, es sobre cosas que desconozco.

Cada vez es más complicado encontrar un receptor en un apartamento. Por alguna razón, me agrada la idea de que alguien se prepare el programa para otra gente, que me hable y sólo escuche, de forma unilateral, y que no sea un algoritmo quien decida lo que tengo que escuchar, en función a mis gustos. Puede que esto tenga que ver con aquellos años en los que hacía radio.

En fin, a escribir, que la vida sigue.