Lo que importa al final del día

 

Ayer me pasaron un vídeo sobre un youtuber muy famoso que decía que, al final del día, lo que importa es el entrenamiento.

Escribir no es muy distinto.

Me sumerjo en la próxima novela, escribiendo desde el Levante, iniciando una nueva etapa (me mudé hace poco y cerré el capítulo de Madrid). Echo la vista atrás y compruebo lo que me hacía cuando me fui de aquí (en 2011) y han cambiado muchas cosas, pero, algunas persisten.

Escribir.

Pasé varios años sin escribir a diario, hasta que, finalmente, volví a hacerlo y no lo dejé de nuevo. Influenciado por los pulps y consciente de la realidad, desde el inicio, tomé la escritura como el oficio ideal al que dedicaría mi vida -primero, sin cobrar, después, ganando dinero-, hasta que lo convertí en profesión.

Las últimas semanas han sido un poco frenéticas y reconozco que había perdido algo de forma, después de varias semanas sin sentarme a escribir, pero estoy recuperando mi velocidad habitual de 1000-1500 palabras por hora, aproximadamente. Tampoco soy un hacha. Simplemente, mi fórmula secreta es la dedicación.

El pulp que escribe, sobrevive, y no de mala manera, sino muy cómoda. Internet nos ha brindado eso y hay que saber aprovecharlo. Los lectores están ahí, las herramientas también. Con un poco de maña, uno arranca su negocio editorial, inventa mundos y brinda las historias que los lectores le piden.

Todo esto me recuerda a cuando compraba los tebeos en el quiosco o leía las novelas de “a duro” que encontraba en casa de mis abuelos. Nuevos tiempos, nuevas formas. Sin embargo, seguimos teniendo las mismas ansias de volar.

De Stephen King tomé lo de escribir 2000 palabras diarias. Después, un libro de estructura como “El libro del guion” de Syd Field, “El guion” de Robert Mckee o “Salva el gato” de Blake Snyder para hacerte una idea. Finalmente, lee mucho, todo lo que puedas, de lo clásico, de lo bueno, de lo mejor, y de lo que más vende. Pregúntate el porqué de todo, cuestiona y quédate con lo que más te guste. El resto está en la red, en Youtube, en cualquier parte…

Pero todo comienza con la escritura.

Sin ella, sin la escritura a diaria, sin el ejercicio más básico y placentero, lo demás no tiene sentido, al menos, para mí. Lo demás, me resulta irrelevante.

Algunos días son mejores que otros. Algunas mañanas escribo grandes escenas y, otras, una auténtica basura. No me importa, ningún borrador es el final. Pero, al final de la jornada, lo que prevalece es si he escrito o no. Es lo único que me debo, lo único que me exijo. Fuera de mi despacho, soy un ser anónimo más.

El escritor, escribe. El pulp que escribe, sobrevive. Y lo pulp es más que un tipo de papel, un estilo o una etiqueta peyorativa. Para mí, es una ética y, con esta manera de pensar, uno se coloca en primera línea del campo de batalla.