La respuesta está al final

 

Hoy he pasado las 3000 palabras del manuscrito y me acerco al último acto, la recta final. Lo más curioso es que me llegan las respuestas ahora, al final de la partida, cuando todo se resuelve.

Dicen que ayer fue uno de los días más calurosos del año —por no decir el que más—. Las avispas intentaban colarse en la casa debido al calor que hacía al otro de la persiana. Supongo que se dieron cuenta tarde, al final, tras beber en la piscina y notar que no existía más escapatoria que el fresco de la casa. Lo que encontraron no fue mejor.

Esperé al final del día, a que la temperatura bajara de los 40 grados (no lo hizo), para entender lo que sucedía ahí fuera.

Cuando salí a pasear por el campo, observé la niebla de la calima entre las montañas y sentí el aire caliente que me quemaba los brazos. Creo que fue la primera vez que sentía algo así en verano. Por un momento, me acordé de mi visita a Dubai, hace años, y de cómo me inspiró para escribir una entrega de Don.

En ocasiones, hay que esperar al final para recibir la respuesta. Hay escritores que planifican hasta el último detalle. Yo lo hacía antes, por falta de seguridad, por necesidad y por aprendizaje. Cada vez lo hago menos, por deseo y por la incertidumbre hacia lo desconocido y hacia las profundidades de mi mente. Escribir no sólo es contar una historia —que también—, sino meter el dedo en la llaga personal de cada mente y ver a dónde llega, hasta que las palabras brotan y el ingenio explota. Escribir es otro tipo de terapia, de meditación, otra manera de decir las cosas a quien más le asustará escucharlas. Exacto, nosotros mismos.

Esta noche hay una lluvia de perseidas. No sé mucho de estrellas, pero saldré a la calle, pues estoy en uno de los pocos lugares en los que no hay nada alrededor y se puede ver el cielo con claridad. En Madrid, eso no sucede y, cuando miras arriba, sólo ves nubes, resplandor y los sueños truncados de muchos de los que viven allí. Es otra clase de constelación y algunos tienen que llegar hasta el final para dejar su marca en el cielo. A mí me ayuda a seguir con los pies en el suelo.

Aún se puede reservar «La playa de los muertos» de Caballero, que llega el 5 de septiembre.