Reencuentros

red convertible coupe

Parece que hoy será un día caluroso en la capital. Ha pasado casi un año desde que no me sentaba a escribir en primera persona. La verdad es que, después de ocho entregas y medias, ambos necesitábamos distanciarnos por un tiempo. No es necesario recordar lo extraño que está siendo este año, pero no es una excusa para dejar el teclado a un lado. Gabriel Caballero es el personaje que me lo ha dado todo, un «alter ego» que morirá conmigo. Sus primeros párrafos llegaron en 2015 en un pequeño apartamento del barrio de Mokotów de Varsovia y no vieron la luz hasta un año después. Materialicé la novela a caballo entre Polonia y España, apurando las vacaciones de verano para empaparme de detalles sobre la Costa Blanca, mi mundo, mi imaginario perfecto. El resto es historia. Desde entonces, las historias no han cesado. Aunque lo tuve claro desde los veintidós años, no fue hasta ese verano cuando escribir se convirtió en el motor de mis días, por diversas razones. Por fortuna, la vida me ha dado muchas experiencias, momentos que se guardan en la retina, conversaciones y lugares que poco más tarde se plasmarían en otras novelas.

Después de once meses, me reencuentro con el protagonista y su elenco de secundarios con nervios, como cuando nos reunimos con esa persona a quien conocemos de toda la vida, pero que sigue generando ese desasosiego hasta que la tenemos delante.

Es hora de responder a preguntas, de resolver incógnitas y de sumergirse de nuevo en el frenesí que me provoca aventurarme con él. Quizá esto sea lo más hermoso y puro al enfrentarme a la página en blanco. Cada libro es un desgaste físico y emocional que merece la pena sufrir.

A pesar de la brisa helada del otoño madrileño, puedo oír el cantar de las gaviotas a cuatrocientos kilómetros de aquí, puedo sentir el romper de las olas a primera hora de la mañana. Suena My favorite things de Coltrane de fondo, como una marcha imperial que advierte de la escaramuza que se avecina. El café humea sobre la mesa y los motores del descapotable rugen en la lejanía. Reconozco que soy una persona con cierta tendencia al control, para evitar que el caos reine mi vida como en tantas ocasiones ha hecho, pero tengo claro que, cuando concierne a la escritura, toda resistencia es vana. Caballero ha tocado a mi puerta. Yo también tengo muchas preguntas que hacerme, pero sólo existe una forma de averiguarlo.