Rotos

silhouette of man and woman standing on seashore during sunset
Me dicen que es un buen momento para escribir, que hay muchas horas por delante y poco que hacer, ya que no podemos salir a la calle. Pero la verdad es otra. Soy una persona de carne y hueso, como el resto, madrugo e intento mantener una rutina, pero no siempre es suficiente. Estos días escribo, claro que lo hago, como válvula de escape y como herramienta para viajar hacia dentro, pero no rindo igual. Las vibra de fuera es perturbadora, el teléfono no deja de sonar, la contaminación virtual es tan nociva como el virus y la concentración, en ocasiones, es nula.
Me lo tomo calma, sin importarme lo que dure, porque es el momento de estar en casa. Los días se me pasan volando, ocupado en proyectos que van más despacio de lo habitual, pero que siguen su curso. No me quejo: tengo un techo, comida, agua caliente, libros, el teclado con el que escribo y la compañía de mi perro. De hecho, doy gracias cada día. Esto no tiene por qué ser una tortura, sino un entrenamiento.
Como decía Hemingway: “El mundo nos rompe a todos, y después, muchos son fuertes en los lugares rotos”.
Todo pasa, pero mejor que estemos ahí cuando lo haya hecho.